1) Bloquear las calles de Puebla y Jalapa hasta que alguien más eficaz que el delegado de la Cuauhtémoc se aparezca y podamos resolver, de una vez por todas, la reubicación de los ambulantes y la clausura de la obra en construcción que no nos deja dormir. Sólo abogaré por la señora que vende dulces y por el viejón que cada martes, a las 11 de la mañana, toca horriblemente la trompeta.
2) No dejar nunca más a mi perro con ese veterinario que tiene un lobo.
3) Renovar la licencia. Se me venció en 1997 y cada vez que la grúa se ha llevado mi carro es un embrollo sacarlo del corralón. No se diga cuando me he visto involucrado en un accidente; las aseguradoras no perdonan nada.
4) Contar un día de éstos la historia del delegado que se cree galán y le envía fotos a un par de mis amigas.
5) Recordarle al doctor Mancera que él y Peña, como dice la consigna de los maestros, son la misma chingadera.
6) Afiliarme a Morena. Creo que esa izquierda merece tener un partido. Pero eso sí: nomás escucho que los Batres van por un puesto para el 2015 y el 2018, voto por Juanito o de plano le hago un plantón a López Obrador.
7) Ir a la casa donde crecí y rescatar todo lo vintage posible. Después de haber visitado tianguis hipsters en Monterrey y Guadalajara, seguro en la colonia Roma habrá quien pueda interesarle un View Master, una máquina de escribir, un par de manteletas de la Coca y algunos vinilos de The Beatles, el Piporro y el Chavo del Ocho.
8) Sugerirle a la conserje de mi edificio que se inscriba en uno de esos sitios de internet para que encuentre al amor de su vida. Todos los vecinos creemos que sería un milagro verla sonreír.
9) No aceptar que los Oxxo chilangos dejen de vender alcohol las 24 horas. No es un asunto de alcoholismo, sino de orgullo: siempre les he presumido a mis amigos norteños que solo en DF se puede comprar cerveza a cualquier hora del día.
10) Recuperarme de la columna para saltar los torniquetes del Metro.
11) Pedirle a la raza del féisbuk, de la manera más atenta, que dejen de enviar invitaciones para darle like a sus páginas.
12) Desmitificar el cuento ése de que los chilangos sí saben manejar. ¿O creían que acostumbrarse al alcoholímetro lo es todo? No. El chilango desconoce las reglas mínimas: se estaciona en segunda fila, no respeta la cebras, cree que la luz amarilla del semáforo le ordena acelerar, se ha tomado muy en serio lo de la vuelta continua a la derecha, invade las ciclovías, no guarda su distancia, piensa que es irreductible eso del que pega paga y otras monerías. Pero ya me desvié.
13) No burlarme de la selección mexicana en cuanto sea eliminada del Mundial. Y
14) Recordarle al mexicano que nos necesitamos. ¿O a poco no se dan cuenta que nos está llevando el carajo?
(ALEJANDRO ALMAZÁN / @alexxxalmazan)