Decía un poeta de cuyo nombre no puedo acordarme una frase que se tatuó en mi mente: “La confusión es clarísima”.
Y la confusión es un animal peligroso, un animal que nos paraliza antes de rompernos, cuyo veneno nos divide, nos repliega y nos llena de miedo. Un animal atroz al que alguien está alimentando y no nos deja ver su mano.
En apenas unas horas las dos universidades públicas más importantes de la ciudad de México fueron atacadas de diferentes maneras. El viernes 14 la Universidad Autónoma Metropolitana plantel Xochimilco fue desalojada por una supuesta amenaza de bomba. Al día siguiente la UNAM fue el territorio de una balacera que dejó a un estudiante herido de bala y a un agente de la PGJDF lesionado, misma que provocó más tarde una incursión policiaca al territorio universitario, donde hubo enfrentamientos entre policias y “embozados”.
Hacia afuera podrá leerse como cada periódico o medio quiera interpretarlo y vendérselo a sus clientes, pero hacia adentro de las universidades estos sucesos no son más que una franca agresión y provocación a l@s estudiantes quienes, no sólo en la UAM y en la UNAM sino en muchos otros centros universitarios en este país, están en asambleas discutiendo qué acciones tomar ante lo que está sucediendo.
Dos días antes del desalojo en la UAM-X estuve ahí como parte del foro “Ética, formación y práctica profesional” y tuve la oportunidad de platicar con varios estudiantes sobre las discusiones que están teniendo y los problemas que enfrentan con las autoridades universitarias. Me dio gusto saber que se exploran nuevas formas, que no quieren caer en los lugares comunes que han trivializado las movilizaciones sociales y me sorprendió al mismo tiempo percibir un desencanto e incluso desconfianza ante el activismo de redes sociales, del que tantos se sienten orgullosos en otras latitudes.
En el foro me pareció interesante lo que dijo el periodista Témoris Grecko, quien hizo un llamado a los estudiantes a ejercer la autocrítica con la misma convicción con la que se critica todo lo demás. Basado en su experiencia en países del Oriente Medio percibe que si bien hay esperanza de mover las cosas, es muy peligroso el cómo se hace, ya que se pueden abrir espacios para grupos más radicales que simplemente aprovechen la confusión, como ha sucedido en la mayoría de los países que soñaron cambiar las cosas y hacer una revolución.
El animal anda suelto. La confusión es clarísima. Las llamas y el humo por momentos no nos dejan ver quién es quién; pero l@s estudiantes tienen que abrir muy bien los ojos. Recordar que no todo es romanticismo y utopía, que ahí afuera también hay unos hijos de la chingada dispuestos a todo por un billete a quienes poco les importa si el país cambia o se lo carga el payaso; y que siempre habrá una corte de infra-comunicadores dispuestos a decir que esos hijos de la chingada fueron “los estudiantes”.
(Fernando Rivera Calderón)