Hace poco escuchaba a los arquitectos chilenos David Assael y David Basulto contar cómo había surgido Archdialy, la plataforma digital sobre arquitectura más grande del mundo. Eran estudiantes de arquitectura en Barcelona y les llamaba la atención que la municipalidad tenía una oficina especial, en un lugar público, donde se mostraba a los ciudadanos los proyectos urbanísticos que se llevarían a cabo. No existía nada así en Chile (ni en el resto de América Latina, obviamente). Ellos crearon una plataforma web para poder mostrar y discutir proyectos llamada Plataforma Urbana, que luego tuvo una versión más arquitectónica. Y fue un éxito.
Traigo todo esto a colación porque el otro día estaba leyendo en este mismo diario que el dinero de los parquímetros se usará para rehabilitar la Plaza Río de Janeiro, justo frente a donde vivo (pero, advierto, ésta no es una columna personal). La rehabilitación es parte de un proyecto más amplio que, según me entero, conectará esta plaza con la Luis Cabrera por la calle de Orizaba. El proyecto en Río de Janeiro incluye remozar la figura del David y darle una solución a unos juegos infantiles que se pusieron a la mitad del paso, donde desemboca la calle de Durango. El proyecto ha sido aprobado por los vecinos de la zona.
Menos yo, que no lo conozco. Si esta columna fuera personal, entonces diría lo siguiente: me da pavor que la remodelación se parezca a lo que hicieron en Luis Cabrera, donde no sólo restauraron la fuente sino que también cambiaron el pavimento por uno de muy mala calidad. Si me hubieran preguntado, pugnaría por la desaparición radical del David, que es un bodrio vergonzoso; igualaría los distintos niveles (banquetas sobre banquetas, que son reflejo de cómo se ha ido haciendo la plaza), quitaría las bardas que separan los jardines, destronando la idea de que son sólo para ornato, y multiplicaría el número y la calidad de las bancas, uno de los bienes escasos de la plaza. Y sí, mandaría desaparecer los horrorosos juegos infantiles, aunque la mitad de los padres de familia me odien.
No soy un vecino radical, de esos que gritan: not in my backyard! Es probable que tampoco mis ideas sean las mejores, pero me hubiera gustado discutirlas. Lo que sí creo es que a esta ciudad le falta entender mejor cómo hacer que la gente participe en las decisiones; algo que puede quedar entre la tonta decisión de someter a consulta los parquímetros y la medida autoritaria de emprender tal o cual modificación sin consulta, o de someterla a un órgano vecinal, que siempre tiene una escasa representación.
Mientras tanto, creo que tendré que acostumbrarme a la mala obra que se avecina.
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(GUILLERMO OSORNO / @guillermosorno)