PRD: lo que hace el miedo, por @dmorenochavez

Ya pasaron muchos años de aquellos tiempos en que la izquierda mexicana entendió que no valía la pena luchar, por la vía electoral, agrupados en pequeños partidos políticos.

Eran los tiempos, dirían los nostálgicos, en que todavía importaban las ideologías y que había profundas diferencias en la izquierda sobre las vías para llegar al poder o sobre temas como qué era la democracia y cómo se ejercía o sobre qué se entendía por el

Estado, la propiedad privada y quién sabe cuántas cosas más, que sólo captaba un pequeño grupo de iniciados.

Hoy dicen poco los nombres, pero no era lo mismo Marx que Lenin, Gramsci o Trotsky. Había maoístas, guevaristas, trotskistas…

Hablo de 1981, cuando el Partido Comunista Mexicano tomó la decisión de fusionarse con otras organizaciones y crear el Partido Socialista Unificado de México.

Todavía hubo dos saltos más en aquella década: en 1987, derivado del PSUM, nació el Partido Mexicano Socialista y en 1989 una nueva suma de grupos dio lugar al Partido de la Revolución Democrática, que es el que todavía existe.

Pero toda esta larga historia es para hablar de la versión cómica/trágica de aquellas fusiones y debates: el PRD anuncia una “fusión express” con el Partido del Trabajo.

Partamos de una base: El PRD no es hoy la mejor compañía. Digamos que no son, para muchos, una amistad qué presumir. Pero con todos los defectos que tiene, el anuncio los pone un paso más allá, porque refleja que poco les importa reservarse el derecho de admisión, que la prioridad es sobrevivir, a cualquier costo.

Triste decisión. El PRD decide sumar a uno de los modelos más acabados de oportunismo político, a un partido que, en la pasada elección, no pudo conseguir ni el 3% de los votos y que por eso va a perder su registro (y los recursos públicos).

El PT ha sido una mera franquicia, que en 25 años ha recibido más de cuatro mil millones de pesos de recursos públicos. Es controlado por cinco dirigentes, quienes han ocupado todos los cargos posibles.

Los petistas no han tenido empacho para aliarse con cualquiera que les consiga votos. Han caminado con el PAN, el PRI o el PRD, al mismo tiempo.

Tampoco han tenido ningún tipo de filtro al seleccionar candidatos y lo mismo postulan personas con antecedentes penales que a exmilitantes expulsados por otros. En el terreno legislativo nadie recuerda un mínimo aporte.

Y no van a fusionarse con Morena, de Andrés Manuel López Obrador, simplemente porque éste no los aceptó.

En el colmo del absurdo, es el único partido capaz de aliarse con el régimen dictatorial de Corea del Norte.

Que el PRD busque la fusión sólo habla de miedo y desesperación, recuerda que los principios o la ideología han quedado en el olvido, que su interés por sobrevivir está por encima de cualquier cosa y que temen una pronta desaparición ante el avance de Morena.

Hoy el PRD nos ofrece la imagen de que sólo busca a cualquiera que alimente sus esperanzas de que tiene salvación. Adiós a cualquier prurito sobre quiénes son tus aliados

(DANIEL MORENO)