Soy un tipo de principios: carnívoro, güisquero, ateo y cualquier mail que me llega de un partido político lo envío directo a la bandeja de los spams. Este domingo, sin embargo, leí un par de correos donde se informaba con orgullo que 130 mil personas habían asistido al Zócalo para el cierre de campaña de los bisnietos del PRD. “Miles de capitalinos no se equivocan”, escribió Carlos Navarrete, el dirigente nacional, en su cuenta de Twitter. Los bisnietos del PRD, para que de una vez sepan de quiénes les estoy hablando, son tipos bisneros, sin escrúpulos y lamebotas. Son tipos que, para llenar el Zócalo, pagaron 150 pesos a cada acarreado (muchos eran vendedores ambulantes) y les dieron su lonche (eso dicen las notas de reporteros serios que leí). La ciencia debería catalogar a estos neoperredistas como embriones del PRI o coliformes fecales del Verde.
Los bisnietos del PRD creen que asuntos como los de Ayotzinapa son sólo malos momentos por los que pasó el partido. Ni modo, desaparecieron 43 chicos, the business must go on. No tienen autocrítica y prefieren comprar a las encuestadoras antes de poner la otra mejilla. En la Ciudad de México deberían obedecer a Raúl Flores, que según esto es el dirigente capitalino, pero a quien le dicen hasta lo que sueñan es a Héctor Serrano, el secretario de Gobierno capitalino. Sí, señor, como usted diga.
Los bisnietos del PRD son capaces de vender a su madre con tal de tener un hueso. Los entiendo: los políticos no saben hacer otra cosa. En cuanto aceptan las reglas de la política, roban, mienten. A uno de estos neoperredistas lo conocí cuando él trabajaba como ayudante en la redacción de un periódico. El tipo era muy ocurrente, pero también era transa y labioso: a un amigo le robó una motocicleta. Ahora es candidato a una delegación porque su hermano le empeñó el alma a Nueva Izquierda.
Los bisnietos del PRD, además, hacen negocios con las constructoras, practican el nepotismo, se rodean de gente igual que ellos (gente que tiene precio), nunca leyeron a Nietzsche o a Platón, viven en departamentos bonitos e ilegales, se creen hipsters, reparten despensas, reciben dinero sabe de dónde. En otras palabras: son la decadencia. Son la rebaba de los Abarca, de los Chuchos, de los Amalios, de los Lobos, pero sobre todo son lo que Serrano ha querido que sean: una bola de payasos que juegan a la democracia y que hablan del progreso o de los programas sociales como si ellos los hubieran inventado.
Pero ya lo pronosticó Navarrete en un audio que se filtró en las últimas horas y que él dice fue editado: “El PRD perderá la Ciudad de México en 2018”. Yo ayudaré a acelerar ese presagio: saldré a votar y no lo haré por ningún bisnieto perredista.
(Alejandro Almazán)