Singapur es un país peculiar: una especie de centro nodal en el que confluyen las esencias más exacerbadas tanto de oriente como occidente. Una superficie minúscula que produce un PIB importante y que alberga un centro financiero -y de consumo, sobre todo- apabullante.
No quedé muy impresionado cuando lo conocí: me pareció que era el lugar en el que la utopía neoliberal había alcanzado su estado más logrado. Culturalmente sin embargo el país parece más un parque de diversiones que una orbe con tradición y personalidad propias. Una cosa, no obstante, me pareció sumamente admirable: la universidad pública principal. El espacio está dispuesto de tal manera que los alumnos de todas las carreras conviven entre sí: “Cuando salen al ‘mundo real’ no es que los ingenieros sólo convivan con los ingenieros y los arquitectos con los arquitectos”, me dijo el rector en una entrevista. Una obviedad no tan evidente cuando vemos la forma en la que operan la enorme mayoría de los centros de estudio superiores.
Así los estudiantes de letras se encontraban en los centros de estudio con matemáticos o músicos; los ingenieros convivían con filósofos, artistas o psicólogos y esto se prestaba a una promiscuidad cognitiva muy estimulante para los estudiantes.
La cultura, pensaba Borges, debe vivirse en todas las latitudes, en todos los tiempos. Los circuitos culturales en México suelen ser como las universidades tradicionales: se encuentran aislados entre sí. A pesar de que muy posiblemente a una persona a la que le guste el buen cine también le gustará la buena música, la buena literatura y el arte, no existen muchos espacios interdisciplinarios en los que se puedan explotar y ensanchar estas coincidencias.
El día de ayer comenzó la Primera Jornada de Arte, Cine y Literatura que la galería kurimanzutto, el Festival de cine documental Ambulante y la editorial Sexto Piso organizaron. Dos proyecciones de cine (The Perverts Guide to Cinema de Sophie Fiennes y Mysterious Object at Noon de Apichatpong Weerasethakul), una mesa redonda (una conversación entre el cineasta Carlos Reygadas, la novelista Katie Kitamura y el artista Apichatpong Weerasethakul) y la inauguración de la exposición Fireworks del tailandés Weerasethakul conforman el programa.
De formas diversas, los tres creadores que participan en el encuentro tienen un tema común: la disidencia. Formas alternativas de entender el pensamiento y la cultura, resistencia a los salvajes modos de vida impuestos por el modelo neoliberal y una fuerte convicción de que es a través de la cultura que podemos aprender a ver el mundo con otros ojos, condición indispensable para poder habitarlo de nuevas y mejores maneras.
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