Cada quincena viene el zarpazo.
20, 30, 40 por ciento de tus ingresos se van en impuestos, que pagas sin chistar, si eres –como yo- uno de los contribuyentes cautivos que hay en el país.
Duele.
Pero no me confundo: mi pleito no es pagar. Todos tenemos claro que sirve para salud, educación, seguridad… Y además, se supone que sirve para disminuir la desigualdad. Así que no hay bronca.
Hay países en los que se paga el 50 por ciento, así que ni siquiera estamos en el top.
Pero hay límites, que se rebasan todos los días, cada vez que vemos la opacidad, las irregularidades en el gasto gubernamental, los absurdos en el manejo de recursos.
Y yo me niego a dejar de indignarme.
Sólo esta semana (y apenas estamos a miércoles), nos han regalado cuatro perlas de cómo se usa nuestro dinero. Perlas que les comparto –perdón, no lo puedo negar- para que ustedes también se indignen. Y hagamos algo.
1.- ¿Sabes que el año pasado, los gobiernos estatales gastaron cinco mil 300 millones de pesos para comprar espacios en los medios de comunicación? Lo que es peor es que el “Índice de acceso al gasto en publicidad oficial en las entidades federativas”, que presentaron ayer las organizaciones Fundar y Artículo 19, demuestra que no sabemos cómo lo gastaron, en qué y con qué criterios.
Coahuila, uno de los estados más endeudamos del país, se gastó casi mil millones de pesos, que no tiene.
2.- El censo escolar, que hizo la SEP, nos dice que le pagamos salarios como maestros a casi 200 mil personas que no dan clases: 30 mil comisionados, casi 40 mil aviadores (nadie los conoce, pero reciben salario) y más de 110 mil personas que están en “otros centros de trabajo”.
3.- ¿Dónde habrán quedado los casi 500 millones de pesos que se pidieron para construir la Línea 12 del Metro, pero cuyo gasto no se justificó? Y eso que no hablamos de lo que va a costar su reparación y todos los pagos extra que ha necesitado.
4.- Sé que ante las cantidades mencionadas antes, ésta parecerá casi una propina, pero los diputados se van a gastar 81 millones de pesos en reparaciones al edificio de San Lázaro, para que no se siga hundiendo. ¿Cómo le hicieron los ingenieros para no pensar en ese “pequeño detalle”?
Subrayo: todos estos gastos se hacen con tu dinero. Así que vale la pena indignarse. Pero no quedarse ahí. El chiste es moverse.
Sólo en el tema de la publicidad oficial hay mucho qué hacer: moderen ese gasto, definan reglas de distribución, fijen criterios, háganlos públicos. Transparencia y rendición de cuentas, pues.
Y no lo olviden: esto sólo puede cambiar si hay presión social. Hay que enojarse, insisto, pero no sólo eso.
(DANIEL MORENO CHÁVEZ / @dmorenochavez)