Hace apenas unos años era uno de los políticos más poderosos en este país. Gobernaba la capital con muy altos niveles de aprobación, había logrado captar el voto de la izquierda, incluso una parte del tradicional voto panista y no pocos lo veían como un serio aspirante a la Presidencia de la República. Hoy, a dos años de haber dejado el cargo, lo que transmite es la imagen de un político acusado por una mala obra, desesperado por llegar al Congreso a través de un partido político, el que sea. De aquél peso pesado queda muy poco.
¿Qué pasó en este tiempo? Que Ebrard se achicó en dos momentos claves para su carrera. El primero, cuando pudo disputarle la candidatura del PRD a Andrés Manuel López Obrador.
Era su momento. Tenía plataforma, discurso y una imagen conocida en buena parte del país. Había logrado apropiarse de banderas como la defensa de derechos o la recuperación de espacios públicos. Sin embargo se hizo a un lado y desde entonces desapareció de la escena nacional como un actor protagónico. En la campaña de AMLO tuvo menciones marginales y como apuntaba hace algunos meses en este mismo espacio, se convirtió en un político en busca de su personaje.
Quiso ser defensor del petróleo cuando AMLO y Cuauhtémoc Cárdenas interpretaban mucho mejor ese papel. Después trató de ser el justiciero de la privacidad y otros derechos sin que el tema le quedara y desde entonces no supimos nada hasta que apareció en el banquillo por las fallas en la línea 12.
Y ahí fue la segunda vez que Ebrard se achicó. El Ex Jefe de Gobierno pudo competir al Congreso por la vía de una diputación independiente. No tengo duda de que habría logrado construir una base que le permitiera reunir las firmas y competir en serio. Y desde ahí habría podido retomar el personaje de Defensor de la Ciudad que tan bien le acomodó por varios años.
En vez de eso jugó el triste papel de esperar a que los Chuchos lo hicieran diputado por la cómoda ruta de una plurinominal. ¿Por qué no lo incluyeron? Quizá porque hace tres años cuando los Chuchos apostaban por él para la Presidencia, él los dejó colgados. Algunos dirían que fue Karma.
No sé qué pase con Ebrard, quizá llegue al Congreso por Morena (aunque ya algunos le hicieron el feo por no definirse antes) o por el Movimiento Ciudadano que está urgido de nombres conocidos. O tal vez en esta elección Marcelo quede fuera de todas las posiciones, sin protección alguna y sin cartas con qué jugar para el 2018.
En cualquier caso la historia de Ebrard, al menos hasta este momento, queda escrita como la de un gran político que llegó a tenerlo casi todo y al que sus malas decisiones lo llevaron a perderlo (casi) todo. Duras lecciones del mundo de la política.