Ayer se cumplió un mes de la fuga del Chapo Guzmán. ¿Cuántos de los llamados diarios nacionales recordaron el tema en sus primeras planas? Sólo uno y para decir que, de acuerdo con expertos, cada vez es menos probable que lo puedan recapturar.
De todo el numerito sólo hay tres personas detenidas – como si nadie más hubiera participado en un escape de ese tamaño- y todo indica que no habrá nuevos reportes de las autoridades sobre qué ocurrió o sobre las acciones concretas para su recaptura.
La apuesta será al olvido. ¿Por qué? Porque es el sello de la casa.
Lo mismo ocurrió con el mensaje de Angélica Rivera cuando dijo que venderían la famosa casa blanca. Hasta donde se sabe eso nunca ocurrió y, a falta de información, podemos suponer que la vivienda fue ya pagada, o la esposa del Presidente sigue en deuda con un proveedor de su gobierno.
Y no olvidemos que esa historia tiene un derivado, pues meses después el Presidente nombró al primer secretario de la Función Pública de su gobierno, Virgilio Andrade, a quien dio la encomienda pública de investigar si en la casa blanca o en otros de los contratos de esa constructora (Higa), o de funcionarios de su gobierno, hubo algún conflicto de intereses. Ya pasaron seis meses de eso y Andrade sigue sin informar nada a nadie.
En el caso de la justicia la cosa no es distinta. A las denuncias de violencia de militares contra civiles en Apatzingán, el gobierno federal respondió que las investigaciones seguían en curso para saber qué había ocurrido. Meses después no hay conclusiones.
Como tampoco hubo respuesta pública a la denuncia de Carlos Loret, quien la semana pasada publicó en El Universal que en Michoacán la Policía Federal habría ejecutado, incluso con tiro de gracia, a 42 personas, presuntas integrantes de un cártel. El gobierno no se molestó en confirmar o en desmentir y sólo respondió con una filtración en una columna.
Y así podríamos seguir. Esta claro que este gobierno encontró que en vez de dar respuestas sólo tiene que “patear el bote”, esperar a que pase el tiempo, y confiar en que la agenda se llenará de nuevos escándalos que entretengan la opinión pública.
Lo cierto es que hasta ahora le ha salido bien. El silencio y el anuncio de medidas sin cumplir han sido una gran salida en estos y otros casos. No cumplen pero tampoco hay costos.
Y así seguirá siendo mientras nosotros dejemos que gane la desmemoria y el olvido.