En sus inicios fue reportero en Reforma y otros diarios, después escribió en revistas: Chilango, Esquire y Emeequis, donde hoy hace periodismo narrativo. Ha sido profesor universitario y conductor de televisión. Premio Nacional de Periodismo 2007.
Su cráneo brillante, su barba al ras y su sonrisa estudiada se multiplicaban por miles en puentes, espectaculares, postes y pasos peatonales. Lo vi y sentí como cuando das un sorbo de leche y, una vez que el líquido empapó tu lengua y cubrió tu paladar, te das cuenta que la leche estaba descompuesta.
No tengo nada contra David Razú. Ignoro si es un mal o buen funcionario y si su famélico lema para ser delegado en Miguel Hidalgo, “Buenas Ideas”, guarda alguna ídem. Quizá mi repulsión surgió porque Razú fue el primer político que vi en campaña tras Ayotzinapa. Pensé: “otra vez un candidato que trepana nuestras calles y dilapida fortunas de dinero público para que conozcamos su rostro, y otra vez el PRD diciéndonos ‘este gallo sí es el bueno’ cuando el mismo PRD colocó al asesino Abarca en la alcaldía de Iguala y al impúdico Ángel Aguirre en Guerrero”.
Después de Razú la precampaña continuó. Cuauhtémoc Blanco anunció que va con el Partido Socialdemócrata por la presidencia municipal de Cuernavaca: una bendición porque en su carrera futbolística siempre se alzó como un cerebro de la socialdemocracia (sobre todo el día que en la portería de Félix Fernández nos compartió a los atlantistas su meada de perrito). Llegó entonces el payaso Lagrimita a pelear como independiente la alcaldía de Guadalajara y luego el actor Alejandro Camacho se destapó para diputado del Partido Encuentro Social. También “Quico” podría candidatearse por ese partido, igual que la cantante Yuri (muerden ansiosos sus garras los herederos del panda Tohui, en espera de confirmación).
Justo en nuestra era más funesta en el último siglo, los faranduleros prometen reacomodar a México. Acaso se explique así: “Como ya sé que los políticos te repugnan, yo (político) te aviento un no político que admiras para que los votos y el respaldo que le brindes me sirvan a mí y mi partido”.
La política está tan devaluada que si ese famoso no sabe una letra de Derecho, ciencia política o administración pública, ¿qué carajos?
Para ser buen profesionista un médico debe saber medicina y un arquitecto, arquitectura. Para gobernar sólo debes ambicionar poder, dinero y fama. Fuera de eso, basta tener la mente en blanco. Si te votan pese a que tu formación es cero, son cero los resultados que te pueden exigir.
En ese paisaje de nuestro futuro (árboles petrificados, tinieblas, tierra yerma, fantasmas) consolaba que a esas celebrities las lancen chiquipartidos. Pero hoy leí: “Sergio Mayer busca diputación en el PRD”. El actor que encarnó a Peña Nieto y que se burló del político del PRI que encumbró Televisa atrayendo las masas de la TV, repite la fórmula de quien satirizó: el partido del sol azteca lo vuelve político para jalar a las masas que lo admiran por actuar en Televisa.
Contagiado de sus formas, el PRD babea por el PRI. Que en este México de muertos siga el pachangón.
(Aníbal Santiago)