En teoría el “accidente” está documentado pero no se ve claro. ¿Debemos llamarle “accidente”? ¿Es un accidente que una señora ponga a calentar tortillas y luego se vaya a contestar el teléfono y se le olvide que las tortillas están en el fuego? ¿Es un accidente que te digan que tu hijo tiene una hernia y tú le pongas braquets? ¿Es un accidente que te diagnostiquen un cáncer y tú decidas esperar unos meses para ir al médico?
Sabemos que los tres venían jugando y que sabían desde hace tiempo lo que podía pasar, pero en teoría fue uno quien lo empujó (o dos, o muchos más). La tragedia no se hizo esperar. El metro cayó y de un solo golpe se quedó sin la línea 12 dejando sin transporte a más de 400 mil personas, a quienes al igual que a todos los usuarios del Metro se les acababa de aumentar la tarifa a 5 pesos, dizque para mejorar el servicio.
Sus “amigos” lo vieron todo. El metro cayó a sus propias vías y se convirtió en un peligro latente para miles de usuarios. Ellos, en vez de hacerse responsables de sus actos, salieron corriendo de la estación, aunque luego fueron detenidos por la opinión pública, que señaló a los tres como responsables de ese juego perverso que culminó con la caída del metro a sus propias vías, arrollado de inmediato por una estampida de declaraciones tanto de las empresas como de los funcionarios involucrados asegurando que todo lo hicieron bien, echándose la bolita democráticamente.
¿Quién empujó al metro entonces? Miguel y Joel, a quienes llamaremos “Mijoel”, estaban de frente a las vías y dijeron que lo empujó el de atrás, llamado Marcelo. Sin embargo éste asegura que no hizo nada fuera de la ley, que él venía bien y que los que se descuidaron y dejaron que se cayera fueron los dos de enfrente. El asunto es que Miguel y Joel trabajan juntos y uno es jefe del otro, pero también es cierto que Marcelo fue jefe de ambos, aunque no podemos olvidar que Joel relevó a Marcelo cuando este fue destituido en la Secretaria de Seguridad Pública del DF y que luego, siendo Marcelo Jefe de Gobierno, le tocó atestiguar el relevo de Joel de ese mismo puesto maldito tras la tragedia del News Divine.
¿Qué quiere decir todo esto? Que probablemente los tres tenían más motivos para aventarse a las vías entre ellos, que para aventar al pobre metro. Quizás el metro simplemente se les atravesó y terminó pagando el pato. Otra versión nos dice que Marcelo le dijo “Ñoño” a Miguel y que este se enojó y lo empujó como responsable, pero no tenemos testigos de que eso haya sucedido.
En lo que se deslindan irresponsabilidades, el metro sigue en el hoyo y no parece haber quién lo saque de ahí. Dice Joel que se aventarán seis meses o más para reparar la línea. Y claro, los únicos hasta el momento que pueden ayudarnos a ver la luz entre tanta tiniebla son -obvio- ¡los franceses! Cuando la compañía francesa Triacaud Societè Organizè nos ilumine sobre la situación de la línea 12 sabremos claramente quién empujó al metro a las vías infames sobre las que solía rodar.
Miguel, Joel y Marcelo, mientras tanto, como los trenes y las vías de la línea 12, se despedazan mutuamente. Son parte de un mismo tren que no se soporta a sí mismo, que se muerde la cola. Son vagones y durmientes al mismo tiempo. ¿Quién aguantará más? ¿El metro en el hoyo, o estos tres “amigos” empujándose en la orilla del andén esperando que uno caiga?
Tal vez los que no aguanten sean los electores de la ciudad de México.
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(FERNANDO RIVERA CALDERÓN / @monocordio)