Hace unos días en mi revisión habitual de los diarios me encontré con esta cabeza del diario Milenio: “Padres no quieren fiscalía para Iguala”. Titular que me había dejado la noticia muy clara hasta que me encontré con esta otra del mismo día pero del diario Excélsior: “Padres insistirán en crear fiscalía”. La evidente contradicción muestra el riesgo de apostar toda nuestra confianza por un medio de comunicación en especial.
El fenómeno se produce todo el tiempo. ¿Cuánta gente acudió a la marcha de aniversario de Ayotzinapa? Según la foto de El Universal, una multitud, si confiamos en la primera plana de Excélsior, apenas marcharon los suficientes para ocupar la mitad del Zócalo. ¿Quién miente? En sentido estricto ninguno, las dos fotos pueden ser reales, la parte fina es que basta con cambiar el encuadre o la hora en la que fue tomada la foto para contar una historia distinta.
¿Qué podemos hacer ante esta fragilidad? Hay tres respuestas posibles. La primera, renunciar a las noticias. Lo sé, la tentación es fuerte. El problema es que al dejar de saber tenemos menos elementos para tomar decisiones: desde saber por quién votar hasta conocer cómo pinta la economía o qué destino están teniendo nuestros impuestos.
Así que tendremos que tomar una de las opciones que quedan. Por un lado, entregar toda nuestra confianza a un espacio de comunicación en particular. Con el problema de quedar sujetos a sus filias y fobias. Por lo demás, inevitables y necesarias para poder tomar decisiones editoriales. Porque hacer un medio implica seleccionar unas noticias sobre otras, unos enfoques por encima de otros. No hay otra forma. Y lo más probable es que terminemos por elegir aquel medio que más se parezca a nuestra forma de ver el mundo. El riesgo es que nuestro consumo de medios se convierta en el espejito de la mala de Blancanieves, y que sólo nos diga lo que ya pensábamos de antemano.
Lo que nos lleva a la tercer opción. ¿Queremos saber en dónde estamos parados? Pues asumamos que tenemos que ser proactivos y construir la dieta informativa que mejor nos sirva. Con la noticia de que hoy tenemos en la pantalla de cualquier celular una oferta casi infinita de opciones.
Agreguemos – en Facebook, Twitter o sitios web – una buena dosis de medios nacionales, incluso con enfoques antagónicos, acompañados de columnistas y analistas. Sumemos a la dieta una cuota de fuentes internacionales como medios y agencias. Y vayamos directo a las fuentes: agreguemos académicos, activistas y políticos, y de todos los colores y sabores.
¿Eso garantiza que estaremos mejor informados? No en automático, pero por lo pronto podremos tener una perspectiva más amplia de lo que pasa a nuestro alrededor. Está claro que en el país vienen tiempos de polarización, así que más vale que nos hagamos cargo de quiénes y cómo nos cuentan las noticias con las que habremos de sobrevivir en los tiempos convulsos por venir.