Al ver ayer como grupos de muchachos encapuchados aparecían siempre al frente de las protestas de profesores y del movimiento #Yosoy132 para atacar a los granaderos y como los maestros anunciaban por altavoz los repliegues para impedir brotes de violencia, rondó el fantasma de la infiltración en los movimientos para tratar de descorazonarlos, primero, y para exhibirlos después. El PRI sabe bien cómo hacerlo. El #Yosoy132 que acorraló a Peña Nieto en la parte final de su campaña presidencial con una fuerza inverosímil alimentada mediante redes sociales -hasta entonces jamás consideradas por el priismo como una rendija para burlar la narrativa oficial de su candidato impuesta en los medios tradicionales- padeció la invasión hasta lo más recóndito de la intimidad. Eran los días cercanos al cierre electoral, Peña Nieto dormía tres horas diarias, las bolsas de los ojos se le abultaban y la popularidad de López Obrador crecía amenazante. Así estaba el escenario cuando a una reunión de líderes del movimiento llegó al grupo un tal Manuel Cossío Ramos que había sido presentado por una periodista como alguien “que podía aportar”. Como el tal Cossío aparentó sentir repugnancia al peñismo y estar de acuerdo con las acciones de los estudiantes muy rápido se ganó la confianza de los muchachos. Detectó que Saúl Alvídrez era clave en #Yosoy132. El chico había sido designado como el canal para establecer contacto con líderes internacionales a los que debía exponer el espíritu del movimiento. Pero desde antes de que eso ocurriera Cossío, quien ya era visto como cabeza del movimiento, empezó a poner a funcionar sus aparatos de espionaje: en Youtube apareció parte de una conversación que había sostenido con él. “Estuve en reuniones en casa de López Obrador”, se escuchó decir a Alvídrez. Por su puesto, la comitiva lo expulsó. Aunque él intentó defenderse y dijo que la grabación estaba editada, Alvídrez ya había sido enjuiciado, nadie volvió a querer saber de él y hasta recibió el odio de sus ex compañeros porque el priismo había logrado su objetivo: desgastar el movimiento. No fue difícil cuando además Peña Nieto encontró como aliados a los medios de comunicación para estigmatizar a los líderes. Pero como bien inmortalizó Aristóteles: no basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad: la revista Contralínea dio a conocer los nombres de los funcionarios que integran el Cisen y en ella, ¡oh sorpresa!, nada más ni nada menos, aparecía el tal Cossío Ramos, como director de Información de Fuentes Abiertas –dedicada a infiltrar movimientos sociales para dividir y espiar a sus dirigentes– del CISEN con un sueldo de más de 171 mil pesos. Después se sabría también que en aquella conversación Alvídrez había dicho: “Yo no tendría ningún problema en aceptar si estuve en reuniones en casa de López Obrador”, ante la insistencia de Cossío Ramos. Y no: “Estuve en reuniones en casa de López Obrador”. También se supo que el tal Cossío Ramos participó en la organización no gubernamental fundada por el hijo del expresidente Carlos Salinas de Gortari, Emiliano Salinas, para “difundir la paz y los cultivos alternativos entre comunidades indígenas”. Por eso no hay que tragarse todo lo que venga del gobierno ni ver a los maestros como unos monstruos. Vienen a levantar la voz en medio de un escenario en el que hay más pobreza, en el que el peñismo acaba de revertir los avances ganados en los últimos 12 años a favor de la transparencia, los índices de crecimientos económicos han caído, se vive el peor escenario de desempleo, los números de ejecuciones en el país son más grandes que con Calderón y por si fuera poco los priistas quieren abrir Pemex a la inversión extranjera sin decirnos cómo y en qué consistirán los contratos. Ah, y además asoman la posibilidad de imponernos IVA en alimentos y medicinas. Por supuesto que los primeros lugares donde se sienten los estragos de la miseria son las comunidades indígenas -donde a veces se come una vez al día (chile y tortillas)-, donde se caminan cinco horas para ir a la escuela. Esa energía con la que satanizamos a los maestros (ayer nos enseñaron su rechazo a la violencia y nunca hay que estar de acuerdo con ella) habríamos de enfocarla también al caso de los ferraris de los hijos de priistas y los vuelos chárter privados para sus mascotas.
(ALEJANDRO SÁNCHEZ)