El reportero Leopoldo Espejel entró el martes al aire y dio en segundos una nota que en nuestro océano informativo se disolvió como un copo de espuma en el Atlántico: la Policía municipal de Neza rescata a un menor de edad secuestrado. Hasta ahí, todo normal.
El periodista continuó: los secuestradores pedían a la familia 12 mil 500 pesos (el precio de una lavadora en Sears) por la entrega con vida del pequeño. Aunque la ganga ya era noticia, el reportero de Radio Fórmula prosiguió con un último dato: los policías municipales lograron liberar al chico, quien estaba secuestrado por… tres policías estatales.
En síntesis, la nota fue: policías municipales detienen a 3 policías estatales que secuestraron a un menor, liberado en el operativo.
En cuántas anomalías no reparamos.
1.- La nota no atrajo a los medios pese a que cada componente integraba una pústula reventada por la pus del presente mexicano.
2.-Agentes estatales, en teoría guardianes de los mexiquenses, trabajaban como secuestradores.
3.- A los agentes no les afectó un gramo en su entraña inmoral que el secuestrado fuera un menor, y tampoco que su familia habitara la desahuciada Neza.
4.- Las agrupaciones policiales sostienen guerras entre sí.
5.- El secuestro ocurrió en el Estado de México, imperio de Peña y su heredero Eruviel, que con nueve años de administración conjunta tienen a su entidad sumida en la barbarie.
6.- Si a los policías secuestradores les bastan 12 mil 500 pesos para estar satisfechos, imaginemos su sueldo, y si con esa infamia quincenal es simple huir del dinero sucio.
7.- Los héroes de la nota pertenecen a la Policía de Neza, uno de los mil 800 grupos policiales municipales que el presidente promete aniquilar porque el narco los infiltró, y reemplazar por 32 grandes y más limpias policías estatales (Por cierto, la historia del pequeño secuestrado insinúa que ni los municipales son todos malos, ni los estatales todos buenos).
El oficio del policía municipal es usar armas. “Si las sé usar y el gobierno me corre, ¿cómo sobrevivo? ¿Elijo ser un pobre honrado o acepto el ‘vénganse, mi niño’ del narco seductor?”.
Si los agentes municipales son el tumor y la estrategia oficial es sólo empujarlos al abismo, debajo la delincuencia organizada acogerá gustosa a esos profesionales de la violencia que aún no eran parte de los cárteles.
El gobierno federal desconoce dónde están los cerca de 25 mil desaparecidos; nueve de cada diez delitos quedan impunes, más de 120 mil personas han sido asesinadas desde 2006 y nada se investiga. Por lo tanto, no es osado pensar que el gobierno no tiene la menor idea de qué hará con la majestuosa tropa de agentes municipales arrojada al desempleo.
Que no nos extrañe: pronto, el gobierno puede alzarse como el gran reclutador de talentos del narco y, de paso, volver malos a los buenos policías que -como quienes salvaron al chico de Neza- aún existen.