Dos temas han marcado el debate público en las últimas semanas: los pasivos laborales de Pemex y la CFE; y la muerte del niño José Luis Tlahuile en Puebla.
Seguramente algo han leído de ambos temas.
En uno hablamos de 1.2 billones de pesos de pensiones, que serían absorbidos por el gobierno y pagados, por supuesto, con nuestros impuestos. En el otro, nos referimos al caso de un niño muerto en un enfrentamiento entre manifestantes y policías en Puebla.
Dos temas, pues, sin ninguna relación, salvo por un “detalle”: son nuevos ejemplos, apenas los más recientes, de un sistema político que se niega a reconocer responsabilidades políticas y que, menos aún, quiere aceptar que haya sanciones penales y administrativas para los culpables de “irregularidades” (por decirle de alguna manera) tan graves como las que menciono.
En Puebla, a 20 días de ocurridos los hechos, ni un sólo funcionario ha renunciado. Tampoco hay detenidos. Ni siquiera sabemos exactamente cómo murió José Luis.
Imposible extrañarse. Podríamos contar otros casos parecidos, no sólo en Puebla, sino en todo el país. ¿O ya se olvidaron de lo que sucedió el primero de diciembre de 2012? Ese día resultó herido Juan Francisco Kuykendall Leal. Murió casi catorce meses después, a consecuencia de tales heridas. ¿Sabemos quién lo hirió? ¿Alguien está en la cárcel? ¿Algún funcionario fue al menos sancionado administrativamente? ¿Alguien dijo “mea culpa”?
No.
Y ahora veamos el caso de Pemex y la CFE. La versión oficial es que es inevitable que todos paguemos esa deuda. Y cuando uno pregunta cómo es posible que ningún gobierno haya previsto que el sistema de pensiones no tenía fondos, la respuesta es que “fue un error”. Textual.
Apenas ayer, en la radio, al diputado priista Marco Antonio Bernal se le preguntó quién era el culpable de los sucedido y su respuesta fue: fueron muchos y por muchos años. ¡Ah, bueno.!
Sumemos a este sistema de pensiones (que permite que personas de 50 años se jubilen), la profunda corrupción sindical.
¿Alguien que se haga cargo de este “error” y de esta corrupción? Nadie. ¿Alguna garantía de que ya no volverá a suceder?. Ninguna.
Por supuesto, a nadie se le fincarán responsabilidades penales y las políticas son casi como llamados a misa.
Me niego a pensar que nuestra única opción sea resignarnos. Asumir que así son las cosas y ni modo.
Los casos de Puebla y de la deuda pública deben ser investigados y debe exigirse que haya responsables. No podemos simplemente olvidar. Hay culpables con nombre y apellido, y algunos incluso creen que todavía tienen futuro político, como ocurre con Rafael Moreno Valle.
Nos toca no olvidar, no aceptar la resignación y volver a decir: queremos saber quiénes son los culpables.
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(DANIEL MORENO)