Llegué a Ixtapaluca, Estado de México, con rumbo al panteón, a la tumba de una chica a la que su amigo después de llevarla al cine y comer palomitas, la asesinó y acto seguido la destazó para deshacerse del cadáver que había quedado tirado en la sala de su casa.
En camino apareció un comando de policías federales y del Ejército con pasamontañas puestas y fusiles colgando al hombro.
Estábamos a menos de 25 kilómetros de la Ciudad de México.
La escena era parecida a la de Michoacán en los días en que las autodefensas, hartas de tanta impunidad decidieron armarse para ir a combatir a los temibles Caballeros Templarios. Las fuerzas federales, en aquella ocasión, se limitaron a atestiguar.
Acá en Ixtapaluca, ese pueblo de calles terregosas y encharcadas, el Ejército permanecerá por quién sabe cuánto tiempo más para combatir las extorsiones, los secuestros de taxistas o habitantes que en su mayoría trabajan en fábricas u otras actividades que apenas les deja para medio comer o para llevar a algunos de sus hijos a la escuela.
En esta parte del valle, pegada a la zona Oriente del DF, un taxista acababa de ser levantado y como sus familiares no tuvieron 50 mil pesos para pagar el rescate los sicarios, no se tentaron el corazón y lo cosieron a balazos.
En el Estado de México la violencia se complicó en los últimos años.
De 2011 a septiembre de 2013, Michoacán, el Estado de México y Tamaulipas fueron las de mayor denuncias de secuestro. Pero el que tuvo el aumento más alarmante, según México Unido contra la Delincuencia, fue el Estado de México con 37 por ciento.
Al estilo de Servando Gómez, alias “La Tuta”, principal capo de los Caballeros, también hay extorsiones a las rutas de transporte, a los empresarios, a los pequeños changarros, a las miscelánea. Nadie se salva. “Yo ni siquiera creo que sean cárteles de la droga, pero de todos modos ya nos mostraron que saben matar”, me dijo un taxista del pueblo próximo a festejar sus fiestas patronales.
En los últimos meses Ecatepec, Chimalhuacán, Chalco, Nezahualcóyotl, los municipios más pobres padecen historias terroríficas en serie que están relacionadas con la delincuencia organizada. Y es la puerta de entrada a la Ciudad.
Recientemente, los secuestrados se apoderaron de Valle de Bravo. Honestamente las cosas están peor que con Calderón. Es oficial: 57 mil 899 homicidios dolosos y culposos han ocurrido durante los primeros 20 meses de Peña Nieto, contrastan con los 43 mil 694 en los primeros 20 meses del sexenio panista, según las propias cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Líderes de transportes de la zona oriente de la entidad dicen que más de 40 rutas del servicio de pasajeros son extorsionadas por hombres armados que aseguran ser de los Templarios o La Familia. El monto de la extorsión es de 30 mil pesos.
Ya se lo dijeron desde hace meses al gobernador Eruviel Ávila. De nada ha servido. La gente no se siente protegida ni con la presencia de las fuerzas federales.
Los ciudadanos están indefensos. Ya no saben qué hacer. Se siente la desconfianza cuando uno camina por aquí.
En Ixtapaluca la gente habla de armarse para enfrentar a los pistoleros en este municipio de más de 600 mil habitantes.
Por lo pronto pedirán a San Jacinto, el patrón de los milagros, en su fiesta de este mes, se apiade de ellos en la tierra del Presidente Enrique Peña Nieto.
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(ALEJANDRO SÁNCHEZ GONZÁLEZ / @alexsanchezmx)