¿Cuál es la colonia más antigua de la ciudad? Suele responderse que la de los Arquitectos, lotificada en 1858 por el Ingeniero y catrín Francisco Somera. No obstante, sabemos que un año antes se fraccionaron los 16 predios de la colonia de los Azulejos o de los Barroso (a espaldas de la Casa de los Mascarones), la cual terminó por incoporarse a Santa María la Ribera entre 1859 y 1861. El asunto se complica más si consideramos que la colonia de los Arquitectos, que no es otra que la actual San Rafael, o mejor dicho una parte, se levantó en las inmediaciones del viejo barrio de San Cosme, con antecedentes en el siglo XVI. Sin embargo, al tratarse de un poblado foráneo, como otros en Tacubaya, Tacuba o San Ángel, o el propio Coyoacán, y no de un fraccionamiento urbano propiamente dicho, no podemos tomarlo en cuenta.
Pero hubo una colonia anterior a estas dos que se desarrollaron al norponiente del Centro (en donde las aguas del lago desecado no habían sido demasiado profundas) y a los costados de la calle más longeva de América, la que aún conecta Tenochtitlan con Tlacopan.
No nos referimos al barrio imperial que proyectó Agustín de Iturbide con zoológico, jardín botánico, lonja de comercio y hospitales especializados a espaldas del ex Templo de San Diego, en terrenos de la hoy colonia Tabacalera, pues desgraciadamente no hubo tiempo, o acaso dinero, para concretarlo.
Estamos hablando más bien de la colonia Nuevo México, solicitada al Ayuntamiento en 1840 por un grupo de franceses que primero la llamaron Nueva Francia, pero que a causa de la Guerra de los Pasteles tuvieron que resignarse a un cambio de nombre. Hay un croquis de 1848 que muestra sus límites en las actuales Artículo 123, Eje Central, Arcos de Belén y Bucareli, al poniente de la traza española.
Casas en la acera norte de la calle de Ayuntamiento
Foto por: Jorge Pedro Uribe Llamas
Es interesante que haya sido la primera colonia en llamarse colonia, según nos cuenta Salvador Novo: “La curiosa deginación de ‘colonias’ que tradicionalmente damos en México a los barrios entraña una metástasis operada al ver que la colonia francesa, las familias francesas, se agrupaban por Revillagigedo y Bucareli; la gente empezó a hablar de la ‘colonia francesa’, más como barrio que como conglomerado social”. El autor agrega que por eso “cuando empezaron a surgir otros poblamientos urbanos, ya todos fueron recibiendo la designación de ‘colonias’: la de los Arquitectos, la de Santa María, San Rafael, Guerrero, etcétera”.
En la Nuevo México el francés Enrique Griffon erigió el bien conocido Mercado Iturbide entre 1849 y 1850. Por las mismas fechas funcionaron un par de establecimientos de baños en esta colonia, el más célebre el que estuvo en la esquina de Delicias y Luis Moya, llamado Baño de las Delicias, célebre, pues, por su billar y el bello jardín, y al cual llegaban los señores a bañar a sus caballos. El otro fue el Baño del Sol y estuvo en Arcos de Belén y Revillagigedo. También fue famoso el Teatro Nuevo México, en Artículo 123 y Dolores, por sus piezas de teatro religioso, por ejemplo las pastorelas.
Croquis de la colonia Nuevo México (1848) por Cayetano Basave tomado del libro ‘La colonia de los arquitectos’ (2011) de Margarita G. Martínez Domínguez
Foto por: Jorge Pedro Uribe Llamas
¿Qué queda de aquella primera colonia capitalina que hoy forma parte del perímetro B del Centro?, ¿Qué puede visitarse? Ni la iglesia de la Candelarita ni la capilla de los Dolores, pues el edificio de la Academia Mexicana de la Historia y la cantina El Tío Pepe ocupan sus lugares respectivamente desde hace años y años. Igualmente ya no queda nada de los vetustos barrios de indios de Tecpancaltitlan, Tequiscaltitlan y Santiago Tlaxilpa, los tres en el sector de San Juan Moyotla o en la parcialidad de San Juan Tenochtitlan. Nada de los callejones de Cuajomulco, Salsipuedes y de la Teja. Nada de la Plazuela de Tarasquillo ni del Puente de Peredo.
Ahora lo que se ve son tiendas de cables, de lámparas, torterías, pollerías, a los marrascapaches de toda la vida en la Plaza Carlos Pacheco y por supuesto la Ciudadela y sus danzones y su muchísima basura y sus bibliotecas de primera. Y el Mercado de San Juan, el de especialidades, que opera en las antiguas bodegas de la desaparecida fábrica de cigarros El Buen Tono.
Retrato de fray Bernardino de Sahagún en la Academia Mexicana de la Historia, en la Plaza Carlos Pacheco
Foto por: Jorge Pedro Uribe Llamas
¿Cómo habrán sido las vidas de los franceses de apellido Derbez, Fortoul, Léautaud, que se avecindaron en la colonia Nuevo México en los años del presidente Bustamante? Para imaginarlas se propone un paseo por Victoria, López, Pescaditos, El Sapo, esas calles olvidadas por Dios y los cronistas.
La torre de Telmex desde la Plaza Ernesto Pugibet o de San Juan
Foto por: Jorge Pedro Uribe Llamas
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(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS)