I
En la barra del Floridita
cuántos poemas
leninistas o juguetones
se habrán escrito.
Las servilletas tienen versos
rotulados en color oro
y uno que otro madrigal.
Hay mexicanos cantando
y dos españolas serias
nerviosas de imaginar
cuál será el final.
En la esquina del lugar estoy yo.
Protesto con el mesero
que no tengan servilletas en blanco.
“Así no se puede- alzo la voz-
venir hasta acá a trabajar”.
II
Una mulata joven con sus hijos
se acurruca a un lado del mar
oye música en un viejo radio
y las olas suenan al compás
Ladas lentos van
parejas y bicicletas
trigueñas y mulatos
cantan y se miran
están
La noche de La Habana
que parece una invención
es equidistancia
es demasiada realidad
LEE LA COLUMNA ANTERIOR DE DIEGO OSORNO: LIBROS PARA CERRAR 2015
III
Voy a morirme algún día
como poeta
como imprudente
que hay que ser en la vida.
Será lejos de donde nací
en una noche de besos
cuando triunfe la rebelión
o en una tarde cualquiera.
Mi despedida será de fiesta.
Un viaje más
anotado en la libreta.
No habrá tumba ni epitafio
para mis huesos.
Que mi hijo riegue cenizas
en los lugares que prefiera
una noche de besos
cuando triunfe la rebelión
o una tarde cualquiera.