El escándalo en el que se ha visto envuelta la Volkswagen sirve para recordar cuál debe ser la ruta que se sigue en cualquier caso donde se encuentran irregularidades, asuntos turbios o corrupción en cualquier país del mundo y sin importar si se trata de una empresa o del gobierno.
Es una ruta sencilla: haces algo mal y lo pagas.
El guión pudo haber sido escrito desde que se conoció la noticia. Después de la primera sorpresa (el que haya habido tal irregularidad), lo que sigue no es sorpresa.
Como saben, el caso empezó el viernes pasado, cuando la Agencia de Protección del Medio Ambiente en EU denunció que los automóviles de esta marca contaban con un dispositivo que les permitía burlar a los reguladores encargados de medir las emisiones contaminantes.
Es decir, descubren a una marca insignia de Alemania fabricando autos que rebasaban los máximos permitidos de contaminación hasta 40 veces, pero que hace trampa para que no se detecte.
¿Qué ha seguido?
1.- Desde el mismo viernes, nadie daba un peso por Martin Winterkorn, director ejecutivo de VW. Renunció el miércoles. No hay pruebas todavía de que él supiera que estaban burlando la ley, pero no importa. Se va porque lo sabía o por no saber lo que sucedía en su empresa.
2.- La empresa asume su error y ofrece disculpas. Ordena que se corrija la trampa, pero también aparta –según se ha publicado- más de siete mil millones de dólares para pagar las multas que seguramente va a recibir.
3.- Los inversionistas les pasan la factura y caen sus acciones en la bolsa.
4.- En EU inician los procesos penales y administrativos en contra de la marca y sus responsables, lo que puede llevar a la cárcel a más de uno. ¿Cuánto van a pagar? Hay quienes hablan de más de 30 mil dólares por cada auto vendido.
Como se puede ver, la sorpresa es que hayan cometido esta irregularidad. Pero, superado ese trance, ¿a alguien le sorprende que renuncie el jefe máximo de la VW? ¿Es notable que se abran procesos penales y administrativos? Por supuesto que no. Haces algo mal y lo pagas.
Quizá lo que habría de sorprendernos es que en México esto no ocurre, ni en el gobierno ni en la iniciativa privada.
No importa en qué te “cachen”, ni tu nivel de eficiencia ni los resultados de tu gestión, sabes que gozarás de impunidad, que tu jefe o tu socio te va a cuidar, que no habrá sanción penal o administrativa.
PD: ¿Duele la impunidad? Sin duda, pero no hay que olvidar que quizá lo que más duele es que esos que violan la ley saben algo más: saben que, si se postulan –por ejemplo- a un cargo de elección popular, lo que hicieron no tendrá un peso significativo en la decisión de los electores. No sólo te cuida tu jefe. A esos que afectaste se les olvidará pronto y no te cobrarán nada.