Celu soltó un suspiro digno de la mejor telenovela y preguntó “¿crees que volvamos a verlo?, parece mi novio”. Ella, toda inocente, cándida y minúscula con su metro de estatura, tuvo un crush y no precisamente en forma de refresco de naranja (chiste viejo y malo, ya sé).
Con el comentario de mi (aparentemente no tan) inocente criatura, naturalmente, mi corazón se detuvo una fracción de segundo –aún sabiendo que totalmente inocente-, para luego soltar la carcajada ¿¡”novio”!?
Pues vaya que taxista “con cara de niño” la había conquistado en sólo 16 pesos de trayecto, y ¿cómo alcanzó tal proeza? Van las clavess básicas de la conquista, producto neto de la sabiduría #taxi:
1 . Limpieza y amabilidad. Este si es un básico de básicos, ¿no? Auto y chofer limpios atraen a cualquiera y son esperanza de que al menos #taxista respeta su oficio. Uno de mis consejos básicos de seguridad en taxi siempre es: no se suba a un auto cuyo chofer parece ajeno al baño, si no respeta su espacio de trabajo ¿cómo esperar respeto al pasajero? Y si a eso añadimos atención y respeto a la pasajera en cuestión, pues, ¡conquista asegurada!
2. ¡Música maestro! ¿Cuál quiere? Esencial. Al abordar la unidad sonaba una de las rolas favoritas de Celu y ella lo comento (es fanSe del punchis punchis, no crean que #taxista escuchaba a Cri Cri ni nada por el estilo). La respuesta fue sensacional: “Ah, pues que bueno que te gusta, ¡vamos a subir el volumen!” Mientras, *la madre sufre*. Terminada la matraca (como diría mi abuela), siguieron un par de rolas dignas del mejor reven hipster y Celu bailequetebaile. Era justo y necesario dar gusto a la pasajerilla, así que para rematar, el atento chofer la sorprendió con el soundtrack de (fanfarrias) ¡¡¡Frozen!!!, Y por supuestísimamente, la chamaca estaba fascinada. Ahí no quedó el encantamiento, usando sus milenarias destrezas de conquista (no heredadas por su madre, aclaro), la coqueta morra se arrancó atendiendo una petición que no me sorprendió sino hasta que vi la respuesta: “canta”, pidió taxista…
Y arráncate con “libre soooy libre soyyyy”. Digo, quizá no sea sorprendente que le pidan a una chamaca que cante, a menos que sea tímida. Celu no lo es, pero tampoco tiene vena de payasito de circo y cuando su madre le pide cantar se niega en redondo, así que mientras yo padecía el dueto taxista-hija, trataba de digerir tanto entusiasmo y “ojitos” dedicados a #taxista. Hasta que me harté del karaoke rodante y por fortuna, vi que ya estábamos cerca de nuestro destino, así que decidí de ejercer mi poder materno y poner fin al viaje con tan galante chofer.
Han pasado varios meses de eso, y Celu lo recordó anoche, cuando platicaba con su papá: “a mi me han tocado varios taxistas amables, como aquél con el que canté Frozen, ¿te acuerdas mamá?”.
(ALMA DELIA FUENTES)