Veo el programa de Mextropoli, primer Festival de Arquitectura y Ciudad, que comienza este viernes. Miro que es una oportunidad para mirar el estado de la arquitectura mexicana, pero también, del papel de las ciudades, y de la ciudad de México en particular, en nuestro entramado cultural.
Estarán arquitectos, urbanistas, burócratas, ex alcaldes, artistas, cronistas, activistas discutiendo temas como el valor de la protesta en la ciudad, habrá paseos guiados, presentaciones de libros, inauguración de exposiciones: hablarán Antanas Mokus, ex alcade de Bogotá, y Jordi Hereu, ex alcade de Barcelona, veremos diálogos con especialistas y ciudadanos.
Se trata de una vuelta de tuerca a un congreso que la revista Arquine ha hecho por los pasados 14 años. Sólo que en esta ocasión quisieron salir de su zona de confort (el público especializado en arquitectura y urbanismo) para tratar de llegar a una audiencia más amplia, con más expositores, de distintas regiones del mundo.
El otro día estuve con el director de la revista Arquine, Miquel Adriá y me confesó que el mismo se siente abrumado por tal cantidad de eventos. No todos están organizados por la revista, sino que también han sumado iniciativas de otras personas.
Me parece también que el público natural de este festival (y uno muy deseable) deberían de ser las propias autoridades. Mientras más escribo e investigo sobre esta ciudad, más me doy cuenta de la cortedad de la planeación urbana. Aunque ha habido gestos interesantes, como la recuperación de espacio público en el centro de la ciudad, las ecobicis y el metrobús, esta ciudad grita por soluciones a largo plazo, gestos reales que sean capaces de mejorar la calidad de vida de los millones que acá vivimos.
Mextropoli podría ser un detonador de una discusión más grande.
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(GUILLERMO OSORNO / @guillermosorno)