Tengo miedo, y ustedes deberían de temer también. Un miedo concreto a la institucionalización de la limpieza social como sucedáneo de justicia.
Si creen que exagero veamos: durante su gestión como senador del partido Verde, en 2009, Arturo Escobar, antes vocero de esa institución política, apoyó y promovió personalmente la pena de muerte para los secuestradores y homicidas. Lo hizo a pesar de que diversos grupos de expertas en justicia y pena de muerte le expusieron en varias ocasiones que esa práctica no mejora la seguridad de las comunidades en ninguna nación y que resulta extremadamente peligrosa en el caso de nuestro país, debido al altísimo porcentaje de impunidad (casi 90%), así como a las fallas en el Debido Proceso. Escobar insistió con su famosa frase “Necesitamos una pena del nivel, del calibre del delito que es el secuestro con homicidio (…); a los enemigos de la sociedad no se les puede reordenar o reubicarlos; si no se puede, creo que la sociedad tiene que darse la oportunidad de castigarlos con la misma severidad después de un proceso jurisdiccional” (sic).
Se entiende que el partido Verde se ha dedicado a legislar sobre el vacío para dar nota sin sustancia. Son la generación de las y los “mirreyes” que secuestraron la bandera ecologista para transformarla en una institución prostituta, que de acuerdo a cada región se vende al mejor postor, un partido que se mete a la cama con unos y despierta con otros, que utiliza cualquier recurso que le haga ganar más y perder menos, cualquiera.
Ellos, encabezados por Escobar en el Senado, han generado graves problemas, tal como el famoso circo sin animales que tanto celebraron las y los animalistas y que resultó en una crisis de animales maltratados que terminaron sin hogar, con peores agravios que los provocados por sus amos circenses, cientos incluso terminaron víctimas de muerte famélica. Esto se debe a la falta de regulación; Escobar sabía que esa ley era inútil, sabía que en un país con 50 millones de pobres con hambre no se le asignarían recursos a un programa de ley que exigía tres veces más recursos para alimentar animales que personas. La prevención del sufrimiento animal no es lo suyo, eso ha quedado demostrado.
Nuestro flamante secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, quien es consciente de la grave crisis por violencia e impunidad en el país, fue llamado por el Presidente para crear un equipo especializado en justicia preventiva y decidió nombrar a este fallido legislador verde como subsecretario de Prevención del Delito; ¿por qué elegir al más persistente promotor de la pena de muerte?, ¿por qué elegir al operador del fraude electoral más notable del último año? ¿por qué creer que quien promueve la venganza mortal como instrumento del Estado es la persona ideal para abordar la problemática delincuencial?
Osorio Chong puede caer bien o mal a la ciudadanía, pero tiene experiencia en asuntos de seguridad nacional y sabe hacer evaluaciones críticas. Él conoce la brutalidad con la que se operó en el pasado la pena de muerte en México y sabe de sus mecanismos como instrumento de limpieza social operada por el Estado. De allí que debamos comprender el mensaje claro que nos envía el responsable de la seguridad nacional con este nombramiento. No pretenden prevenir los delitos sino endurecer al Sistema; debilitarán intencionalmente el proceso de modernización del nuevo sistema de justicia penal. Ponen a los peores en los puestos más delicados; allí donde podrían instaurar un proceso de paz y seguridad humana, han elegido a un experto en evadir la ley, que promueve el ojo por ojo, pero sólo para los que no pertenecen al sistema político empresarial corrupto. Nos queda entender, temer, para después actuar.