“El presente engendra el pasado”
Ernesto Sábato
Los familiares de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos salieron de Guerrero para sostener reuniones con organizaciones sociales y políticas de otros lugares del país.
Detrás del movimiento que se está conformando no hay una conspiración, sino una inspiración auténtica. Y la deteriorada clase política mexicana lo sabe: aún es capaz de darse cuenta que inspirar es un acto más amenazante para sus privilegios que el de conspirar. Dejando la pirotecnia de lado, los padres y madres de Ayotzinapa están irradiando la reflexión en muchas personas. Al momento de recuperar aquellas inspiraciones puras y sencillas de justicia e igualdad enarboladas por sus jóvenes hijos desaparecidos, los familiares están dando una oportunidad para que a un nivel ciudadano hagamos algo contra la injusticia y la desigualdad que hemos visto prevalecer y aumentar año con año en México.
Hay que tener una capacidad de asombro radical y buscar la mayor cantidad de fuentes posibles para reflexionar sobre lo que está sucediendo. No podemos conformarnos con la versión de realidad que produce a diario el sistema a través de sus órganos formales de comunicación social. Sí, estamos en los tiempos de las redes sociales libres como twitter, pero sabemos también que nunca antes en la historia de la comunicación, se habían entremezclado tanto la propaganda y el marketing con la información ni se habían destinado presupuestos gubernamentales tan exorbitantes en estrategias para que autoridades de todos los niveles y partidos exageraran sus atributos o encubrieran su corrupción.
Llevamos tiempo aturdidos por ese ruidito que se produce industrialmente y que no nos permite enterarnos de verdad sobre lo que sucede. El ruido del aparato mediático es tan ensordecedor que al final solo queda un silencio desconcertante. Para combatir ese silencio, para intentar acercarnos a la verdad, hay que despejar mucha maleza del camino.
Ante una situación así, como reportero he intentado despejar esa maleza incluso incursionando en otros ámbitos narrativos, como la crónica o el cine. Pero la alternativa principal ha sido la de refrendar una larga alianza con aquellos grupos de la sociedad, que por una u otra causa decidieron organizarse y dedicarse a documentar y mejorar la realidad más allá de las dinámicas electorales, es decir, más allá de las lógicas de poder, tal y como lo están planteando ahora los padres y madres de Ayotzinapa en su discreta gira por el país.
Para descifrar lo que sucedió de verdad el 26 de septiembre de 2014 en Iguala y lo que ha venido sucediendo en todo México desde el 2006, el periodismo tiene que estar más cerca de la gente que del poder. Esa premisa básica del periodismo desde su invención como oficio, hay que reconstruirla de la forma más creativa y efectiva posible en estos tiempos de crisis. Hay una época desafiante por delante y la alianza de los periodistas con las organizaciones sociales y políticas no electorales es una opción válida.
(DIEGO ENRIQUE OSORNO / www.diegoeosorno.com)