Antes que nada, declararé la inocencia de este medio en el tema que voy a abordar: Más por Más me ha pagado los honorarios que percibo por esta columna con probidad absoluta y en estricto apego a derecho (siempre quise usar esta frase hueca por excelencia y miren, hoy se prestó). Puesto esto en claro, podemos arrancar con lo que vinimos a hacer: una diatriba contra esos buitres astutos que administran los pagos de las empresas a los colaboradores externos y que, cual faquires o domadores, los torean, engañan, espantan y maltratan. Esos que dicen cosas como: “Hola, a tu factura le falta el deducible retroactivo neonatal, mándala de nuevo”; o: “Fíjese, estimado, que su recibo está perfecto, exactamente como le pedimos que lo mandara, pero orita todavía no estamos recibiendo recibos”. O peor aún: “No han salido los depósitos, sorry”.
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¿Quién les da alas a estos administrativos para ser ineptos, olvidadizos, volubles, majaderos y más traidores que el Iscariote? ¿Quién los anima a ignorar correos y llamadas, a ser confusos y contradictorios? ¿El puerco sistema? ¿Patrones cínicos y malquedados que los ponen como obstáculo para hacerse patos con los pagos? Hay de todo en la viña del Señor, hemos de suponer, pero en este caso ese “todo” resulta casi siempre nefasto (existen, claro, excepciones, y se celebran). Qué quieren: me maravilla que una empresa que ha requerido un servicio en sus propios términos (con sus características especiales y hasta sus “deadlines”) ponga además una serie de normas infranqueables para pagarlo. “Nosotros sólo recibimos documentación los martes de 11 a 12 de la mañana, si está nublado, y los pagos salen a 90 días porque así nos pega la gana”. Cuánto orden y cuánta dignidad.
Hay empresas que para solventar mil méndigos pesos anteponen tal cantidad de requisitos que hacen palidecer a los bancos y las notarías. De verdad: en términos de papeleo, es más sencillo cumplirle a una hipotecaria (a la que le debemos dinero y por lo tanto, en teoría, debería preocuparse más por tener garantías de que no huiremos o nos esconderemos) que a un tarado que decide pedirnos la cartilla de vacunación antes de liquidar una deuda. ¿Para qué necesita mi comprobante de domicilio actualizado alguien que me debe dinero? ¿O mi IFE? ¿O mi CURP? Las respuestas que suelen dar los buitres son bellísimas: “Para el expediente” o “Para mi sistema”. ¿Qué punto del trámite es facilitado por la CURP? Ninguno. ¿El tal sistema es como HAL, la computadora malvada de Odisea del Espacio?
Un amigo que trabaja hace años en Hacienda se ríe cada vez que le menciono las nuevas exigencias de sus contrapartes empresariales. “Son puros paros”, dice. Vaya: pretextos para retrasar, estorbar e impedir que llegue el momento en que una empresa deba pagar. Esos son los empresarios que luego andan dándose a sí mismos premios por honestos y exigiéndonos a los demás que seamos mejores ciudadanos.
Ja.