Valentina no huye a la manejada, pero también usa taxi. “Me chocan”, dice, abriendo su corazón chilango, aunque los use con frecuencia: es más fácil usar #taxi que conseguir estacionamiento.
Lo feo de ser pasajero, dice, es que “me roban”. Y eso que usa taxis de sitio. Ahhhh, ¡ahí está el problema! En realidad, no usa de sitio, sino de sitio-patito: dícese de aquel letrero colgado en esquina, poste, parabús o cualquier punto ubicado en la vía pública donde se puede leer SITIO TAL y que reúne a una bola de taxis libres que sacan su vena emprendurista y se arman su bonito “sitio de taxis”.
Parece que -inocentes palomitas- los pasajeros nos sentimos más seguros utilizando estos ilustres servicios, pero creo que es como sentirse más seguros votando por el (ponga las siglas del partido político de su preferencia).
No sé por qué sentimos mayor seguridad. A ver: por un lado veo que en una esquina hay un montón de carritos formados, todos irregulares (unos bonitos, otros mugrositos, otros cacharrosos y otros muy pulcros), dispuestos a esperar la llegada del pasajero.
Por el otro lado usted querido pasajero, puede pararse en una esquina y estirar su manita para abordar un taxi, que puede ser limpio, sucio, bonito, feo, es la rifa del taxi.
En los taxis pirata –como en los de sitio, ahí sí están igual- usted no puede decir “ay, este carrito no me gusta, mejor tomo el siguiente”. Usted toma el que le toca y ya. No hay ninguna garantía, ni siquiera oferta, de limpieza, orden, respeto, tipo de música…mucho menos de seguridad, ¿lo ha pensado?
Algunos usuarios de estos sitios me han dicho que al menos saben a dónde regresar y reclamar; también he sabido de casos donde los pasajeros han olvidado el celular o documentos, o de plano han sido asaltados por el taxista (no hablo de cobros sospechosos, sino de “deme su cartera”), regresan al bonito “sitio” y o no existe ya o el resto de los agremiados señalan no conocer al acusado.
O sea, es como usar taxi libre, pero formándose.
Pero lo máspiorsh no es eso, sino lo que cobran. En mi experiencia, (regularmente) no manejan lo que viene siendo el taxímetro, y si lo usan (“cobramos con taxímetro”, el letrerito que nunca falta), entonces cobran bonita cuota extra al “banderazo”. Al menos 20 o 25 pesucos, ¿juay not?
Pero la tercera vía del cobro abusivo es la peor: el bonito tarifario, o sea, ¿¡como Uber!?, pues sí, pero nadie sabe cómo o en qué basan esas tarifas (ah, en Uber tampoco, ¿verdad? Pero al menos garantizan varias cosas: limpieza, amabilidad, blablabla).
Volviendo a los tarifarios (sic): “Unos papelitos que se veían todos chafas”, me contó Valentina, me sorprendió un poco que le enseñaran tarifario porque a mi nomás me han platicado del famoso tarifario (#tarifarioimaginario), pero de todo hay en esta viña. “Le tengo que cobrar lo que aquí dice”, le dijeron, y resultó pagando el triple. De ida, en taxi libre, había pagado 50 pesos, de regreso, en taxi de sitio, 150.
¿Y cómo puede usted, damita, caballero, detectar su sitio pirata? Pues, hasta ahora, #yoconfieso que me resulta un misterio sin resolver. Le recomendaría evitarlos, pero tampoco sé cómo. Yo he caído numerosas veces y me doy cuenta hasta que vamos rodando y me dicen “hasta allá cobro tanto”, y se me salen los ojos y hago berrinche y pienso en fugarme y me prometo no volver a caer…hasta la siguiente, así pasa, ¿no?