“Un arrepentido”, por @zolliker

La gente lo dice mal: “pido disculpas por esto que hice…” Las disculpas se ofrecen, el perdón se pide. Y sí, pido perdón. Perdón, perdón, perdón, perdón. Estoy sumamente arrepentido. Si pudiera echar el tiempo atrás, lo haría. Sé muy bien que eso lo dice todo el mundo, pero de verdad, desde hace dos semanas vivo en una pesadilla de la que no se puede despertar y que no se la deseo a nadie.

Perdón, señora, por favor. No duermo sin ayuda de potentes medicamentos, no hay bocado que no vomite y sufro de ataques de pánico que hacen que tirarse de un avión en un paracaídas, sea un juego de niños. Y sé que esto no es consuelo, pero por favor, sólo quiero que me escuche. Necesito sacarme esto del pecho, que me lo oprime y los médicos me dicen que no es físico. ¡Ojalá lo fuera! ¡Ojalá y me muriera pronto para no tener que vivir con este arrepentimiento y esta ansiedad!

Como casi todos los viernes, ese día me fui a una comida con nuestros amigos, los de la bola de siempre. Nos la pasamos muy bien. Somos un buen grupo. O éramos. O lo que sea. Sí, todos amigos desde la primaria, algunos antes. Cuando llegué, ahí estaba su hijo. Llegó con alguien más, no sé si con Fer o con Pablo. Como sea, esa reunión era para festejarlo doblemente: que Andrea decidió por fin ser su novia y por su cumpleaños. Además, íbamos bien en la escuela, ese fin de semana no teníamos tarea complicada y faltaban algunas semanas para los exámenes… Creo que ya son. Hoy tendría yo de mate.

Recuerdo que pedí una sopa de tortilla y una arrachera. Su hijo también. Teníamos gustos iguales, ¡siempre pedíamos lo mismo en los restaurantes! Eso sí quiero que sepa que no tomamos mucho, ¿eh? Unas cuatro o cinco cubas, máximo. Como éramos la bola de amigos, pedimos dos botellas de ron. Siempre sale mejor, más barato.

Como suele pasarnos, se nos hizo noche y se nos acabó la lana. Por eso, a  alguien se le ocurrió que sería buena idea irnos a casa de Pepe a seguir la fiesta, porque además sus papás no estaban. Sí, ahí su hijo se subió a mi coche. No sé porqué lo hizo… No, perdón, no es cierto. Yo le dije que se viniera conmigo para no irme yo sólo. Esa es la verdad. Además quería yo pedirle que me presentara a la prima de Andrea. Siempre me ha gustado, desde niños.

Total, que antes de irnos del restaurante, nos metimos a Twitter y buscamos la cuenta esa que dice dónde están los alcoholímetros. Les sacamos la vuelta. No era la primera vez. Entonces nos fuimos callejeando y, luego nos subimos al segundo piso. A lo lejos logramos ver otro puesto más del alcoholímetro y su hijo hasta lo twitteó para que la gente no fuera a caer en el torito. Sí, la verdad es que sí estábamos mareados. Lo que se dice happysones, pero no borrachos. No es como que nos cayéramos de pedos. En serio. Y yo siempre había manejado mejor cuando estaba tomadón, más despacio.

Lo demás de la historia ya lo sabe. Nos tocó un poco de aceite o diesel en la vía y se patinó el coche. Yo no iba rápido, pero tampoco pude reaccionar bien. Perdí el control por completo y nos fuimos a estampar contra el carro donde iban nuestros otros amigos. De lleno. En seco. De lado. Yo no perdí el conocimiento ni nada. Recuerdo solo estar aturdido, y al voltear a ver a su hijo, lo encontré muy golpeado. Le sangraban los oídos y se convulsionó antes de que me pudiera yo bajar del carro. ¡Perdón! ¡Entre lágrimas se lo suplico!

Sé que he arruinado mi vida. Cuando salga de la cárcel, tendré antecedentes penales, no podré conseguir un buen trabajo, me costará mucho poder conseguir visa para viajar y una serie de molestias. Pero nada de eso me importa porque ni todo mi sufrimiento ni todo mi arrepentimiento, le devolverá a su hijo. ¡Perdón!

*****************

SÍGUEME EN @zolliker

( J. S. ZOLLIKER / @zolliker)