Lo más fácil sería decir que vuelven los exRadioActivos, es más complejo que eso pero vale la pena recorrer la historia.
En marzo de 2004, Grupo Imagen decidió poner fin a la idea que, 13 años atrás, había lanzado José Álvarez junto con un grupo de creativos emanados de distintas escuelas de radio, auspiciado por la familia Fernández Prieto. En la XHDL, la estación cambió de un nombre de jabón a lo que se conocería como RadioActivo 98 y medio.
En un inicio, la estación tenía como talento a Edgar David Aguilera y Cecilia Pérez Gasga, tiempo después, la alineación cambiaría con la incorporación de Martín Hernández y compañía, en una sociedad donde Zeta Audio -la empresa de Martín- daría servicios de producción y creatividad a Imagen. La historia no terminó del todo bien, Martín se despidió en el ’96 y, en su lugar, quedó un joven que apenas salía de la adolescencia para desarrollar a uno de los personajes radiofónicos más sólidos de la última década del siglo XX: Olallo Rubio.
Inquieto guionista, creativo y cineasta, Olallo logró cautivar a una generación de escuchas de la Ciudad de México que sintonizaban tarde a tarde su extenso programa. A la par de él, otras figuras crecieron en la estación. Raúl David Vázquez, Ilana Sod y Ricardo Zamora acompañaban al talento que tenía tablas desarrolladas de tiempo atrás, como Fernanda Tapia.
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Al final del siglo Olallo decidió retirarse, pero ya estaban incorporados otros elementos como Julio Martínez y Francisco Alanis, con quienes se reencontraría a su regreso dos años después.
Tras el cierre de la estación, Olallo Rubio decidió dedicarse a la cinematografía y a la producción de podcast con alta popularidad. Rulo, Julio y algunos más saltaron a una nueva idea de radio creada en el 105.7, Reactor.
Hoy, ante los cambios de los últimos meses en la radio capitalina y el auge de la economía colaborativa, surge Convoy. En el podcast de presentación, Rubio da pinceladas de las razones que originan la idea y la forma en que la audiencia, tanto de RadioActivo como de Reactor primeramente y, después, el público en general, puede contribuir a esta aventura donde la autocensura, la limitación y el contubernio con el poder están excluidos.
La idea tiene sus riesgos. José Gutiérrez Vivó intentó algo similar hace un año y abortó ante la apatía de la audiencia a pagar por sus contenidos. Además, la lucha contra la idea de nostalgia es un reto que deberán emprender. Proyectos como éste -o, en su caso, Rock 101 Online– tienen como enemigo no a la competencia feroz de la red sino al distorsionado recuerdo que pueden tener fanáticos que se aferren a las ideas que tuvieron gran éxito hace dos décadas pero que, hoy, pudieran parecer un grillete hacia las nuevas propuestas del equipo que, a propósito, está complementado con nombres que nunca estuvieron en el 98.5.
Febrero es el mes para subirse al Convoy, vehículo que intentará no un cambio de estación sino dejarla atrás.
Para siempre.