Alexandre José Fraga dos Santos es un policía carioca que también escribe novelas. Platiqué con él en el barrio de Santa Teresa, desde donde podían verse algunas de las favelas de Río de Janeiro. Alexandre dice que favela es el nombre de una planta silvestre que crece de forma promiscua y que por eso le pusieron así a las colonias furtivas sobre los cerros. Según Alexandre, el narco era el agua que hacía crecer estas plantas en condiciones adversas y lo que la policía carioca está haciendo ahora no es acabar con el narco, sino cortar su capacidad de armamento. “Las armas vienen de todos lados, pero solamente entran a Brasil por Paraguay”, asegura. En Río de Janeiro, las tres bandas que operan son Comando Vermelo, Tercer Comando y ADA (Amigos de los Amigos). La cocaína de las favelas llega por dos rutas principales: una es de Bolivia y entra por La Guayará, cuando llega ahí cuesta 1 mil 500 dólares el kilo, una vez que avanza hasta Porto Belo, ya vale 1 mil 900 dólares, pero cuando arriba a Río de Janeiro, su valor asciende hasta 2 mil 500 dólares el kilo; la otra ruta es por Colombia: Tabachina y Lechiza son los pueblos por donde entra la cocaína colombiana que en Río de Janeiro tiene un valor de entre 3 mil 500 y 4 mil dólares el kilo.
¿De qué tamaño es la herida que ha dejado la estigmatización de las favelas como símbolo de la violencia que se vive en todo Brasil? Ilona Szabo de Carvalho, representante de la Comisión Global de Políticas con Drogas, explica que una persona fue asesinada cada 10 minutos en Brasil durante el 2010: 137 muertes por día. En 30 años, más de 1 millón de brasileños han sido asesinados. Jailson de Souza, director del Observatorio de las Favelas, explica que la definición común de favela es que se trata de un lugar sin luz, sin agua, sin cultura, sin ley, en el que personas que viven fuera del contexto de la ciudad. Sin embargo, De Souza cuestiona: “Eso es absurdo. La mayoría de las favelas no tienen nada que ver con el crimen. No se trata de cuatro millones de personas dedicadas a matar, robar, violar… La monstrualización de las personas es lo que se implementó aquí”.
En tanto, en cuestiones cinematográficas, el policía Alexandre alaba la película Ciudad de Dios y critica Tropa de Élite.
-¿La policía de Río de Janeiro no es la más asesina del mundo?- le pregunto.
– No sé. ¡Hay que ver la policía de Burkina Fasso!
(Diego Enrique Osorno)