Marcelo Ebrard ha sido uno de los mejores comunicadores que han gobernado al DF. Más allá de su gestión, cumplió con uno de los retos de todo político: colocó la atención donde él la quiso y logró que la conversación girara sobre su agenda.
Con él se habló del matrimonio gay, se despenalizó el aborto, se acentúo el rol del Centro como espacio para el entretenimiento (incluyendo fiestas de 15 años) y se avanzó en banderas como el ciclotón.
En su rol de sheriff, se vendió como un alcalde fuerte para la Ciudad. “En mi ciudad no permitiremos estas cosas”, “dañaron mi hemiciclo” y hasta el célebre “tenemossismo” son algunos de los sellos que marcaron su gestión.
El problema es que desde que dejó el gobierno no se halla. Hoy, no está claro qué propone como actor político nacional. Como jefe de Gobierno tenía una agenda de ampliación de derechos y de recuperación de espacios públicos. ¿Ahora qué vende?
Hace muchos meses se quiso subir al debate en contra de la Reforma Energética. No le quedó el papel. Con López Obrador y Cárdenas ocupando ese nicho, no había espacio para él.
Después se lanzó por la presidencia del PRD. Y yo hasta ahora – aunque lo he escuchado en varias entrevistas – sigo sin entender qué rumbo seguiría ese partido bajo su mando.
Y en el más reciente capítulo, esta misma semana, Ebrard presentó un amparo para frenar aquellos aspectos de la reforma en telecomunicaciones que en su opinión vulneran la seguridad de los ciudadanos, al exponer sus datos ante múltiples agencias gubernamentales. No niego que el tema sea importante, mi duda es por qué Ebrard sería el mejor actor para abanderar esa causa.
Ebrard anda sin rumbo y la prueba está hasta en el nombre de su nuevo sitio: tenemosmarcelo.com. La referencia obvia al #tenemosismo me recuerda al cantante que siempre se presenta con la misma canción. Marcelo merece más que eso.
Ebrard conoce muy bien al sistema político porque ha sido parte importante del mismo durante décadas. Ha sido oposición y gobierno, y conoce bien la lógica de los medios. Con su experiencia, debería entender mejor el momento del país para saber qué lugar ocupar. Por eso sorprende verlo tan perdido.
Quizá la falta de claridad en la propuesta se deba a la presión que tiene, pues sabe que si no se sube en el tren del 2015 y ocupa una posición desde la cual pueda jugar, será muy difícil que pueda tener un papel protagónico en el 2018.
El ex jefe de Gobierno todavía goza de muchos seguidores, pero le queda poco tiempo para encontrar los temas y el tono que le permitan regresar a la cancha.
Por eso, si lee esto alguno de sus amigos, no sean malos y regálenle una brújula, que mucho se los va a agradecer.
(MARIO CAMPOS / @mariocampos)