Amanece un día cualquiera, sale de su casa para ir a trabajar. Todo está más o menos en orden. Nadie le ha informado de que sucederá algo, de que vendrán cambios. Nada, nadita. Se sube usted a su automóvil o toma el transporte o se va caminando o se trepa a la bicicleta, que aquí cada quién tiene espacio para sus preferencias de (in)movilidad. Por la noche, regresa a casa, día arduo, cansancio. Le espera la posibilidad de un #GüisquitoNecesario o cualquier otro paliativo.
Vivo en la Delegación Benito Juárez, en esta chilanga ciudad nuestra, y mi calle tiene, desde hace semanas, una enorme rajada. Nadie informó de nada, nadie nos consultó, nadie nos advirtió. Ni un mínimo “estimadovecinoleestaremosjodiendolavidaperoesporsubien”. Nada, nadita. Puro silencio. Eso sí, muchas Soluciones Benito Juárez, diiiiiicen.
Hace apenas unos días, una misteriosa mano colgó una gigantesca manta en que se explica que lo que hemos padecido durante semanas es para un “recolector de agua”. Okeeeei, nos tenemos que dar por informados. [Por cierto, colgaron la manta de espaldas al sentido de la calle y a las viviendas. Me imagino que porque en realidad no nos están hablando a nosotros, los afectados.]
En fin, ya sé que soy ingenua al pensar que las autoridades deberían advertirnos de lo que nos afectará e informarnos de sus acciones. ¿Qué es una calle rajada en medio de tanto caos urbano? Callo pues. Sólo una última consulta: si a usted le ha sucedido esto, levante la mano.
(Gabriela Warkentin /@warketin)