Le cayó el chamuco.
Uno más para los asaltos que corren.
Porque hubo un día en que la inseguridad volvió a abrazar las conversaciones.
Somos pocos en mi oficina. Y nos conocemos. Al final, una pasa tiempo físico y virtual que se acumula en días y semanas y meses y años. Te sabes las historias. Porque no, no es un asunto godinez. Es la simple convivencia diaria de la rutina diaria de la letanía diaria de la joda diaria. La oficina como residuo de solidaridad. [Y sí, chance sí es un poco godinez.] Los pasillos murmuran: ¿ya te enteraste de que asaltaron a fulana? ¿Y que secuestraron a sutano? ¿Y que volvieron a asaltar al de más allá?
Decidí entonces… sumar historias.
Ahí les va el catálogo de la ignominia. #ignominia Así, con su hashtag, para estar en lo que es.
Reitero, somos pocos en la oficina. Pa’ que lo ponderen, pues.
A I. la asaltaron en el microbús en Ecatepec. Los ladrones secuestraron durante un rato la unidad, la tuvieron dando vueltas y con amenazas les quitaron sus pertenencias a todos los pasajeros [sí, ya sé que Ecatepec no es el DeFe, pero es residuo dormitorio para los que tienen que venir al DeFe a chambear].
A M. la asaltaron en el metro Viaducto, sobre Tlalpan. Iba en el pesero, entraron los que son, la aventaron y le quitaron su dinero.
A P. la asaltaron en la noche sobre Tlalpan, también en un pesero. Le quitaron su dinero, y la sonrisa.
La camioneta de la esposa del buen X… amaneció sobre tabiques. Llantas para qué te quiero. [Al fin es robo hormiga, ¡date de santos de que tu coche sigue ahí!]
A J. le rompieron el cristal de su camioneta mientras se estacionaba frente a una farmacia. Le arrancaron celular y una mochila. Todo al Sur de esta chilanga capital.
A E. le bajaron la computadora y la mochila, también al Sur, más hacia el aeropuerto. Todo mientras buscaba quién le cambiara la llanta [¿será que la ponchadura fue a propósito¿ ¡Jo’er! Cómo nos gusta el sospechosismo.]
A Y. le robaron celular, dinero y bolsa [y recibió a cambio un ¡ah!, ¿a ti también? pffffffff]
A S. le secuestraron a su sobrino, allá en Ciudad Nezahualcóyotl [y sí, no es chilanga capital, pero sí es enredada zona conurbada.]
¿Seguimos?
El catálogo de la ignominia… ¡pase usted! Y que conste que sólo recogí los testimonios de los pocos que trabajan en mi oficina, que se mueven por la defeña ciudad nuestra en transporte público, que manejan un auto común a lugares comunes. Catálogo de unos pocos días. Solamente.
¿Usted se acuerda de cuándo dejamos de hablar de inseguridad?
Yo tampoco.
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(GABRIELA WARKENTIN)