Su marido Epigmenio y una docena de personas más, murieron en un accidente en la carretera hace algunos meses. El camión urbano en el que viajaban, desbarrancó. Como apoyo, el gobierno les pagó a los deudos cuarenta mil pesos.
Doña Toña nunca había visto tanta cantidad junta. Piensa por ello, invertir a “su Pime” para comprar una propiedad antes de que la desalojen del departamento que habita, porque con su sueldo de empleada doméstica, no le alcanzará para pagar la comida, la escuela de la niña y la renta.
Su cuñada le entregó un papel donde una organización obrero campesina invitaba a los vecinos de la colonia a conocer “sin compromiso” terrenos para gente “del pueblo”. El documento citaba a los interesados a las orillas del mercado de San Antonio Tecómitl, delegación Milpa Alta, el sábado a las nueve de la mañana.
Llegó puntual después de dos horas de camino, se echó un taco de huevo de desayuno y pidió referencias mostrando el volante. “Están ‘delante de los jugos”. Había reunido un pequeño grupo de personas rodeando a un tipo alto y gordo que traía lentes estilo aviador con armazón dorado, y que portaba en el cuello un gafete que lo identificaba como miembro de la organización invitante.
En la parte posterior de un camión de redilas, fueron llevados a una colonia popular de gran tamaño para que conocieran el trabajo de la organización: aquí hay gasolinera, allá está la primaria, los miércoles y viernes se monta en esa avenida un tianguis, el parque está bien cuidado. Pero no crean que esto se construye de un día para otro, les dijo su rollizo interlocutor. Pero así como ven este lugar, quedará la colonia nueva.
Otro tramo de media hora en el camión y llegaron. Recorrieron a pie la última parte del camino, pues era un brecha y no cabía ningún vehículo. Estamos en preventa, les dijo. Esto quiere decir que ‘orita, los terrenos son lo más baratos que van a estar nunca. Hasta donde llegaba la vista, estaba todo el predio cuadriculado con estacas clavadas en el suelo y mecates delimitando las “propiedades”. Son de seis metros de largo, por seis de fondo. Cuestan sesenta mil pesos cada uno. Pero por este mes estarán en cuarenta mil, sólo si se paga la totalidad. Alguien por ahí dice que le parece conveniente, que se puede construir el pie de casa (la obra negra mínima) poco a poco con lámina y hasta cartón.
¿Cómo se paga? No’más nos dan el efectivo y su credencial de elector y le damos un recibo firmado y sellado; pueden preguntar, siempre cumplimos. Ya después, les iremos indicando cuando podrán ir ocupando su espacio y los trámites que hay que hacer.
Así gastó Doña Toña su herencia, para “comprar” un terreno sin siquiera saber que vivirá en uno de los 900 asentamientos ilegales y de alto riesgo que tiene el distrito federal. Lo compró sin saber que no volverá a ver tanto dinero junto. Lo compró sin saber que su pie de casa sufrirá un derrumbe en unos años, a consecuencia de construir en un cerro con tierra porosa. Y su caso, es bastante común. Son miles las personas que como ella, le engordan la cartera a organizaciones abusivas que actúan al margen de la ley. Personas que actúan de buena fe, sin siquiera saber que no contarán nunca con real propiedad notariada porque les “venden” terrenos que están en reservas ecológicas o propiedad privada. Esta gente, está desprotegida porque hay autoridades que permiten y consienten el abuso (ninguna colonia se construye en secreto). Muy probablemente, nunca tendrán vigilancia policial ni pavimentación ni drenaje ni agua potable ni electricidad ni clínica ni recolección de basura… a menos que el próximo candidato les otorgue alguno de estos servicios a cambio de su voto… hasta que por mandato judicial, deban evacuarlos y pierdan para siempre, todo su patrimonio mientras otros estén gozando del fraude que les gestaron.
(J. S. ZOLLIKER / @zolliker)