Me reuní en noviembre de 2013 en Morelia con un funcionario mexicano que es informante de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, para preguntarle sobre la situación en Michoacán. El espía me contó algo que en ese momento parecía descabellado: que el problema estaba desbordado a causa del fortalecimiento de la conexión china con el narcotráfico de la región. A través de Los Caballeros Templarios, grupos de China aumentaban su presencia en el país mediante el control de yacimientos de hierro, así como también del estratégico puerto de Lázaro Cárdenas. Esto preocupaba tanto a Washington que se convirtió en uno de los temas de la agenda bilateral con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
El Consejo Ciudadano de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán, uno de los fenómenos más interesantes de la realidad nacional, fue creado a inicios de 2013 y ahora, un año después, tomó Nueva Italia, para lograr así el cerco de Apatzingán, la ciudad más importante de la región de Tierra Caliente. El asalto de los alzados a uno de los bastiones templarios se concretó aprovechando el relajamiento general por el inicio de año. En este 2014, los autodefensas incluso tienen bajo su control posiciones de un simbolismo importante, como la casa de Enrique Plancarte, uno de los dirigentes visibles de su grupo enemigo.
Durante su cobertura para el periódico La Razón, el cronista Alejandro Sánchez, reveló que tras la toma de Nueva Italia, miembros de las Autodefensas interrogaron a sus prisioneros templarios acerca de los negocios que su organización hacía con empresas chinas. Descubrieron que el hierro de la sierra michoacana era transportado semana por semana en camiones -distintivamente pintados color amarillo- al puerto de Lázaro Cárdenas para luego ser embarcado rumbo a China, y que por cada envío de hierro regresaba uno con los químicos necesarios para elaborar las metanfetaminas que Los Caballeros Templarios comercian en Estados Unidos.
Cuando le pregunté en noviembre de 2013 al informante de los servicios de inteligencia estadounidense si las Autodefensas estaban respaldadas por el Gobierno mexicano para enfrentarse con Los Caballeros Templarios, me respondió que al movimiento lo financiaban e impulsaban empresarios interesados en controlar el mercado de exportación mexicana a China de productos legales. Me dijo también que ante la infiltración de los cuerpos policiales municipales, estatales e incluso de la 21 Zona Militar por parte de Los Caballeros Templarios, estos empresarios habían conseguido que un sector del Ejército establecido en la Ciudad de México les diera información de inteligencia, capacitación de algunos hombres y armamento para alzarse contra la dominación económica de Los Templarios.
Resulta muy atrevido definir en este momento al Consejo Ciudadano de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán como un movimiento de inspiración paramilitar que busca que el viejo poder económico retome el control de los negocios locales y con China, o, por el contrario, como una insurrección desatada espontáneamente solo por la interminable lista de agravios que han cometido Los Caballeros Templarios en contra de la población. Datos en ambos sentidos han ido apareciendo, por lo que podemos pensar por lo pronto que se trata de una combinación de ambas.
Sin embargo, hace mucho sabemos en México que nuestra realidad no tiene nada que ver con Hollywood. El factor chino se nota cada vez más en este western.
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