Los millones de protagonistas de un ficticio conflicto social (y gasolinero) en el México de paz y tranquilidad que describió el Secretario de Gobernación deben estarse haciendo preguntas ligadas al bienestar familiar, entre ellas una importante: ¿México había vivido una época económica y socialmente tan compleja como la que se avecina en 2017?
Sin duda varias veces, pero hay una especialmente rica y particular por lo que representó: la era del gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, autor de la expropiación petrolera de 1938.
En el afán de romper un largo ciclo en el que la industria nacional era dominada por empresas extranjeras que generaban grandes utilidades de las cuales permanecía en México una parte mínima, el general Cárdenas expropió el petróleo y en la idea de aumentar los ingresos nacionales y hacer frente a una crisis económica y al desplome de las exportaciones, decidió aumentar la deuda pública para detonar el crecimiento del Producto Interno Bruto.
La nacionalización del petróleo también provocó un primer episodio importante de fuga de capitales. Del 31 de diciembre de 1937 al 18 de marzo de 1938, el valor de las reservas se redujo de 300 millones de dólares a 28.4 millones de dólares y terminó el año en 175 millones de dólares después de que el Banco de México estableció varias medidas, entre ellas un decreto de traslado del valor de la plata por 5 millones de dólares que provocó la revaloración del oro y el aumento de las divisas en las reservas.
A los saldos desfavorables en la balanza comercial se sumó el tendencioso e insistente retiro de los depósitos que las compañías petroleras tenían en las instituciones del sistema bancario para transformarlos en divisas extranjeras.
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Asfixiado por las dificultades económicas producidas por un alza general de precios, presiones sobre la moneda y el boicot internacional impuesto al petróleo mexicano, Cárdenas tomó una decisión que mantuvo oculta dentro del país y que sólo se conoció tras una filtración en Estados Unidos: vender petróleo a la Alemania Nazi de Hitler durante el embargo petrolero impuesto por Inglaterra, Estados Unidos y Holanda.
En la parte final de su gobierno, el presidente Peña enfrenta una situación semejante: alza en los productos de primer consumo, una acentuada devaluación del peso ante el dólar y un boicot que en este momento estaría representado por más del 80 por ciento de los mexicanos que desaprueba su mandato. Peña no decidió vender el petróleo a los alemanes, pero sí apostó por una reforma energética que en estos días aparece rodeada no sólo de un profundo sentimiento de rechazo, sino de sospechas sobre los negocios que algunos políticos y empresarios pudieron hacer alrededor de ella.
En esta circunstancia sucedió el gasolinazo que aumentó 20 por ciento el precio de los combustibles. Además de la devaluación del peso, Peña enfrenta una crisis de estabilidad financiera con frecuencia omitida: en 2016, los depósitos de mexicanos en los bancos de Estados Unidos rebasó los 100 mil millones de dólares, monto superior a la deuda del sector público. En 1994, tras el levantamiento del EZLN y el asesinato de Colosio, la inestabilidad política y social en el país provocó que las reservas internacionales pasaran de 28 mil millones a 11 mil millones de dólares, una fuga de capitales de 17 mil millones de dólares.
A finales de 2016, año de la elección de Trump y el gasolinazo como corolario a cuatro años de escándalos de corrupción política y violencia fuera de control, la fuga de capitales acumulada en el gobierno peñista ascendió a 70 mil millones de dólares, más del doble que en el gobierno de Calderón.
Los gobiernos de Cárdenas y Peña guardan enormes semejanzas en cuanto a los fenómenos derivados de una grave crisis económica, pero son absolutamente dispares comparados con lo que ambos presidentes pusieron en marcha para contenerla: Cárdenas un gobierno nacionalista y austero, y Peña uno de apertura a la inversión extranjera con costos sociales para los mexicanos, una gestión repleta de hechos de corrupción política y un derroche ofensivo de los recursos nacionales.