En medio del horror que ha provocado el asesinato de Nadia Vera, Yesenia Quiroz; Nicole, la colombiana; Alejandra, la trabajadora del hogar, y el fotoperiodista Rubén Espinosa; en medio de la rabia de los periodistas y las sospechas de que la Procuraduría capitalina pasará de largo una investigación al gobierno de Javier Duarte, de donde era originario Rubén, amenazado por funcionarios del mismo gobierno de Veracruz, otra noticia se cuela en el newsfeed de Twitter: la doctora Alejandra Moreno Toscano dejará de fungir como la autoridad del Centro Histórico. La sustituye Jesús González Schmal. El movimiento pronto se interpreta como un guiño del gobierno de la ciudad con Morena, pues González Schmal es miembro de ese partido. La dirigencia de Morena inmediatamente emite una comunicación deslindándose de un nombramiento que no deja de ser extraño pues, de cualquier manera, uno no identifica a González Schmal con ningún aspecto relevante de la ciudad. La salida de Moreno Toscano (y unos días antes de Inti Muñoz, el exdirector del fideicomiso del Centro Histórico) me sirve para reflexionar sobre una exitosa, aunque no exenta de conflictos, gestión sobre un espacio público emblemático de la ciudad. El Centro Histórico de la ciudad había caído en un tremendo deterioro después del temblor de 1985. La gestión sobre su recuperación (que en realidad comenzó con el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, pero se consolidó en 2006 con la creación de la autoridad del Centro Histórico y el fideicomiso) tuvo varios puntos interesantes: por un lado, impidió el despoblamiento; por el otro, recuperó la zona sin convertirla en un museo, y en tercer lugar, logró colocar el centro como el espacio público más visitado del país, pues recibe casi dos millones de personas diarias. A una inversión pública importante le acompañó una inversión privada tres veces superior. La peatonalización de Madero representó un éxito de tal magnitud que provocó la especulación inmobiliaria. Algunos de los viejos comercios, como la librería Madero, tuvieron que irse de la calle para dar cabida a un Starbucks, un tienda Bershka. La calle 16 de Septiembre está corriendo el mismo destino. Con todo, en 2013 la UNESCO reconoció que era el Centro Histórico mejor gestionado del mundo. Quedan pendientes varios procesos: el comercio en la vía pública, la regulación de establecimientos mercantiles, pues es evidente que hay tremendos excesos en bares y restaurantes (véase la calle de Regina), y la consolidación de ejes peatonales, como la calle de Moneda, entre otros. He consultado a los expertos y me dicen que hay planes trazados y protocolos de gestión (otra cosa extraña: se trata de una política pública que había sobrevivido un sexenio). Aunque la gestión de Mancera ha sido contradictoria (por ejemplo, se promulga una nueva ley de movilidad que da prioridad al peatón y la bicicleta, pero desde la secretaría de obras se anuncia una inversión gigante que privilegia al automóvil), habría que esperar que el Centro no se vaya a joder. En todo caso, la gestión pública en el centro debería de servir como modelo a otras zonas de la ciudad, notablemente al proyecto de la avenida Chapultepec, que tantas críticas ha despertado precisamente porque la participación del Estado queda supeditada a los intereses de unos inversionistas privados y se utiliza el lenguaje del espacio público para enmascarar el movimiento.
(GUILLERMO OSORNO)