Politólogo, periodista y profesor. Conductor de la Agenda pública en Foro TV.
Ayer el gobierno lo hizo de nuevo. Salió a los medios a reportar básicamente lo que ya había dicho antes sólo que con una diferencia: ahora no dejó abierta ninguna puerta para dudar sobre su propia investigación, al grado de afirmar que lo que dice la PGR es la “verdad histórica de los hechos”.
Se entiende la desesperación del gobierno. Lleva meses sin tregua. La agenda que tanto pudo marcar en su primer año no ha vuelto a ser suya. Los temas los ponen los maestros, los medios nacionales y extranjeros, los partidos… todos menos la administración de Peña Nieto .
Supongo que por esa desesperación es que ayer el propio presidente dijo que este “momento de la historia de México, de pena y de tragedia y de dolor, no puede dejarnos atrapados, no podemos quedarnos ahí”. Todavía más, afirmó que lo importante es “no quedarnos parados, paralizados y estancados”.
Y entiendo lo que dice, muchos sentimos eso. Incluso hasta parece que en vez de ir hacia adelante vamos hacia atrás. La diferencia es que mientras el presidente asume que es un problema de voluntad, como si no quisiéramos los mexicanos darle vuelta a la página, otros creemos que la solución para salir de este impasse antes que pasar por los ciudadanos pasa por su propio gobierno.
Por un razón muy sencilla: para que una herida de este tamaño se pueda superar es necesario saber que algo cambió. Y eso no pasó. ¿O qué es distinto desde Ayotzinapa? ¿Qué garantías hay de que no hay más alcaldes vinculados al narco?, ¿qué se ha hecho con las policías municipales? Nada. Sin ir más lejos ahí está el caso del periodista Moises Sánchez (LEE LA COLUMNA DE DANIEL MORENO: ¿A ALGUIEN LE IMPORTA?), hasta donde sabemos, asesinado por orden de un alcalde con participación de policías municipales.
Este gobierno quiere que dejemos atrás el problema sin que haya hecho nada para mostrarnos que entendió el enojo. De lo anunciado por el presidente el 20 de noviembre no se ha hecho nada, salvo el arranque de los foros coordinados por el CIDE. De lo demás no pasó nada porque se hizo sobre las rodillas, con diagnósticos controvertidos y sin una operación política adecuada.
Lo mismo pasa con muchos otros temas. El gobierno también quiere que superemos el tema de las casas de funcionarios vendidas por contratistas pero no ha sido capaz de obligar a todos los funcionarios a que hagan públicas sus declaraciones y la reforma anticorrupción sigue detenida por el PRI-Gobierno en el Congreso. Quieren que superemos Tlataya pero no termina de quedar claro que pasó tampoco en Apatzingán.
Por eso la nueva versión del #YaSupérenlo está condenada al mismo destino que su primera edición: el fracaso. Porque no es un problema de palabras sino de cambiar las realidades. Y en eso parece que no están dispuestos a intervenir.
Ya lo he señalado antes: Ayotzinapa vale por el caso en sí y también por todo lo que detonó. Es el síntoma (brutal) de una enfermedad mayor que está extendida por el país. Y mientras eso no se asuma y se actúe en consecuencia, no habrá conferencia, ni videos musicalizados, que valgan.
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( Mario Campos)