Decir que la corrupción es un problema cultural (el Señor Presidente dixit) me parece una trampa. Porque, psssssss sí, hay algo de inevitabilidad en la raíz del planteamiento. Si todo es cultural, entonces nada es nada. Digamos que, en este H. país nuestro, la corrupción es sobre todo un atajo, un maldito atajo.
El 9 de diciembre fue el Día Internacional contra la Corrupción. Y en W Radio preguntamos cuáles habían sido las experiencias cotidianas en la materia. De ahí salen el título de este texto, y los testimonios entrecomillados. Reitero: la corrupción como un maldito atajo, en un país en que todo está diseñado para que nada funcione. A menos de que sueltes una lana para aflojar estructuras.
“Por error circulé un día en que no me tocaba y la multa era de muchos salarios mínimos y corralón. Preferí darle una mordidita al policía. Me sentí muy mal, pero no tenía dinero.”
La corrupción en todas sus dimensiones. Desde quien necesita acelerar el trámite (es que no tengo tiempo para esperar), no logra superar el trámite (es que cada vez me ponen más trabas), no reconoce los resultados (si a la tercera no lo paso, pues mejor les doy una lana). Vestir de diminutivo la mordida no la hace menos penetrante. Le di una mordidita al policía. Una mordidita. O será que en chiquito… nos sentimos menos sucios.
“A mi suegra la asaltaron y los pseudo polis pidieron $ para ir a buscarlos y capturarlos. ¡Siendo que es su trabajo!” “Le pagué a la productora de un programa en su oficina, para poder promover mi negocio; ella le llamó cuota.” “La corrupción la conocemos desde niños. Yo le tenía que dar mi lunch a un gorilita para que no me golpearan.” “Verificación: 1era vuelta rechazan mi auto, 2da pasa con $200 pesos. Contribuí a la corrupción por necesidad y no me agradó.” “Mucho tiempo me he debatido entre pagar tenencia y verificaciones (si las pago se las chinga el gobierno) o doy mordida.” “Llevo 3 años que no verifico ni pago tenencia. Prefiero hablar con el oficial, si me llega a parar, y darle a él su mochada.”
Qué fácil justificamos lo que hacemos. No tuvimos tiempo, el sistema me lo exige (¿qué haremos el día en que Don Sistema nos abandone?), no tenía dinero, me hicieron menos, no me quedó de otra, el mundo conspira en mi contra. Hablamos, además, del diseño institucional como algo que no construimos ni permitimos nosotros. Al final, sólo somos víctimas. ¿De nosotros mismos? ¿O del sistema? Don Sistema.
9 de diciembre: Día Internacional contra la Corrupción. A celebrarlo con una mordidita, ¿no?
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