“#YoSoy5774”, por @JorgePedro

Esta noche empieza el año 5774 para el pueblo judío. Más o menos unas 40 mil personas observarán la festividad en el Distrito Federal y el Estado de México, la mayoría en alguna sinagoga. Cuando se revisa el maravilloso libro Sinagogas de México (2002) de David Eskenazi Menache y Mónica Unikel-Fasja, uno descubre que por lo menos seis (podría decirse que la tercera parte) se encuentran en Tecamachalco (“en la quijada de piedra” en náhuatl).

El primero de estos templos, Shaaré Shalom, se construyó en 1978, en un tiempo en el que la colonia estaba conformada por “población de origen judío, familias acomodadas y estrellas de televisión”, según Mauricio Hammer en un bonito artículo en La semana de Frente. Por su parte, Mónica Unikel-Fasja habla en su libro de “familias judías originarias de Alepo, Siria”.

¿Podrá decirse que Tecamachalco es la judería capitalina de nuestros días? Yo considero que sí. Para comprobarlo sólo es necesario recorrer un sábado al mediodía las avenidas principales con sus pirules y fuentes y casas neocoloniales, por donde pasean señores y jóvenes con kipá, o visitar El Rey del Falafel en Avenida de los Bosques 234, establecimiento en el que se prepara el falafel más famoso de la zona desde 1992, o probar el zatar de Casa Amiga en Avenida de las Fuentes 184 o el shawarma de Shuky en Fuente de Templanza 17. Todo esto en Lomas de Tecamachalco.

Pero si uno se adentra en el ¿vecino? pueblo de San Miguel, en Naucalpan, el influjo judío se vuelve aún más interesante, especialmente en calles como Acuezcunco o la propia avenida Tecamachalco: una estética con una estrella de David que se llama Salón Hai (me imagino que habrán querido decir Jai, que significa “vida” en hebreo) enfrente de la única iglesia, papelerías que venden artículos religiosos como mezuzot, fondas kosher que prometen “gastronomía sefaradí y oriental”, etcétera.

En una nota de El Universal de febrero de 2008, leo que 40% de los vecinos de Tecamachalco son judíos. Sin embargo, no fueron los primeros ni los únicos que llegaron a esta parte de Naucalpan y Huixquilucan a mediados de los años cincuenta, cuando algunos habitantes originales todavía se dedicaban a la fabricación de tabiques de tepetate y vivían entre ojos de agua y minas de arena. Una década más tarde, los desarrolladores Rivera Torre ya habían fraccionado la zona y pronto empezó la construcción de casas y hasta de monumentos, como la escultura El Coco que diseñó Mathias Goeritz en 1978 para el Conjunto Residencial Manhattan.

Así de rápido nació “Teca”, en donde seguramente hoy al ponerse el Sol se sentirá más en que ningún otro lugar del país la llegada de 5774. Muchos sumergirán pedazos de manzana en miel y se desearán shaná tová umetuká (“un año bueno y dulce”) mientras se inicia la cuenta regresiva hacia Yom Kipur, el día del perdón, que este año cae en viernes 13 y sábado 14.

Se trata de días de instropección, yo pienso que no únicamente para los mexicanos de religión judía. Todos los defeños, cada vez más heterogéneos y tolerantes, precisamos de revisar nuestro comportamiento, pedir perdón y perdonar, no importa la fecha o si practicamos alguna religión. La mayoría de quienes no actuamos correctamente ni siquiera estamos conscientes de eso. Yo digo que aprovechemos esta misma noche para darnos cuenta, antes de que sea demasiado tarde, antes de que nuestras quijadas se hagan de piedra.

(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS)