Foto: @vaca35teatro

30 de julio 2024
Por: Redacción

De cómo a nadie le importa el teatro

¿Tiene algún sentido seguir haciendo teatro?, ¿acaso le importa el teatro solamente a las personas que trabajan y viven de él?

Por Jorge Gaviño*

¿Cuántos de ustedes, estimadas y estimados lectores, han ido a ver una obra de teatro durante este año? En ustedes y su conciencia quedará la respuesta, pero casi podría asegurar que la mayoría no recuerda siquiera cuando fue la última vez que acudió a ver el montaje de una pieza teatral.

Actores, escritores, directores, productores, escenógrafos, vestuaristas, iluminadores, maquillistas, músicos y demás personas trabajan, sudan, corren de sus rostros algunas lágrimas e intentan sobrevivir, en algunos casos, en condiciones de precariedad e inestabilidad emocional; todo esto durante meses previo al inicio de una temporada y durante el tiempo que se presenta la misma, con el anhelo de tener funciones con localidades agotadas, con espectadores atentos a lo que sucede en el escenario y sobre todo que sean receptivos y muestren emociones al acontecimiento teatral.

Pero en los últimos tiempos las obras de teatro son montadas para un público de butacas vacías que cada día crece más. Ante esta falta de público es pertinente hacer las siguientes preguntas: ¿Tiene algún sentido seguir haciendo teatro?, ¿acaso le importa el teatro solamente a las personas que trabajan y viven de él?, ¿las personas se alejaron del teatro o fue el teatro quien se alejó de ellas? Estos cuestionamientos son escenificados en De cómo a nadie le importa el teatro, una creación del colectivo Vaca 35.

Quienes acudan a dicha obra, que actualmente está de gira por el interior de la República, podrán vivir una experiencia de incomodidad. El respetable público pasa tras bambalinas hasta llegar al escenario donde le aguarda su sitio junto a los actores que escenifican a un grupo de espectros que han quedado atrapados en el teatro ante la ausencia del respetable.

Tienen esperanza por momentos, se pelean, bailan, cantan, lloran, crean un sindicato, se ponen en huelga, encarnan a sus personajes de obras pasadas y discuten sobre las causas que provocaron que el público los haya olvidado.

Le dedican una carta al espectador ausente y este también les escribe una carta a ellos. Dos sentimientos son los que prevalecen en esta obra: el primero, es el amor que de alguna manera motiva a los actores que se han convertido en fantasmas a mantener la esperanza de que el público se acuerde de ellos y acuda al teatro.

Pero el público no llega y entonces surge el segundo sentimiento, la desesperación, la angustia de haber entregado sus vidas inútilmente a algo que además de no ser retribuido económicamente de una forma digna, también los priva de su autorrealización. Al final del drama los fantasmas se quedan y son los espectadores quienes abandonan el escenario.

Se trata de un hasta luego momentáneo, un nos vemos el próximo año, el mes que viene, la siguiente semana o un adiós definitivo. La respuesta la tienen ustedes, estimadas y estimados lectores. Como dice un espectro de la obra: “En la ausencia se produce vida… Y pese a todo, aquí estamos.” En las redes sociales de Vaca 35 se pueden enterar en dónde y cuándo se presentará De cómo a nadie le importa el teatro. ¿Se atreven a verla?

*Es diputado local por la Ciudad de México. Extitular de la STC Metro. Tiene maestría en Derecho Ambiental y doctorado en Ciencias Ambientales, ambos por la Universidad de Alicante, España

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