Ayer estuvo en nuestro país uno de los poetas más importantes que hay en el mundo: el francés Yves Bonnefoy. Las dos charlas que sostuvo a lo largo del día giraron en torno a una idea fundamental: el poder de la palabra para salvar la distancia que existe entre nosotros y el mundo. Miramos el mundo desde un ángulo único e irrepetible y esto hace que cada uno de nosotros habite un universo singular. Sin el poder de las palabras para hacer este proceso de intermediación que nos traduzca todo lo que nos rodea estaríamos perdidos. “En la poesía las palabras son el nombre propio de las cosas. Rescatan el derecho a ser de las cosas”, dijo Bonnefoy ante cientos de personas que de colmaron los salones en los que se presentó el francés durante algunos de los eventos más memorables que ha tenido la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en toda su historia. Bonnefoy nos ha dejado un mensaje claro: la única posibilidad que tenemos para poder aspirar a una realidad diferente es pensar que las cosas pueden ser distintas. Y el pensamiento está conformado por palabras. Y una de las formas más eficaces para conocer el mundo de las palabras que el ser humano ha inventado es la literatura. La Feria del Libro de Guadalajara no sólo se ha convertido en un pulmón indispensable para la industria del libro en nuestro idioma (hace tiempo que trascendió ya el ámbito de nuestro país para convertirse en un referente de la lengua), es también un bastión en el que circulan ideas que combaten aquello que la realidad nos quiere imponer. Detrás de los sistemas de creencias fijas, hay un sinfín de posibilidades de relacionarnos con nuestro entorno. La violencia como sistema, la enajenación mental, la imposibilidad de mirar a los otros, son parte esencial de nuestra vida común porque lo permitimos. Entrar en contacto con nuestros pensamientos, descifrar nuestras emociones, entender cuál es nuestro lugar en el mundo no es una tarea sencilla. La literatura y las artes establecen puentes que nos permiten configurar nuevas formas de encarar la existencia. Enriquecer la vida interior a nivel individual constituye la única esperanza que nos queda para pensar que este mundo violento que habitamos es un accidente que tiene remedio.
(DIEGO RABASA / @drabasa)